Trump quiere eliminar el centavo y desata un debate nacional
Los símbolos monetarios no son solo monedas simples, representan épocas, valores y costumbres arraigadas en la cultura de un país. Sin embargo, en Estados Unidos, la existencia del penny está siendo cuestionada nuevamente. Donald Trump, en busca de racionalización presupuestaria, desea eliminar esta moneda de un centavo que considera un desperdicio de recursos. Esta decisión, lejos de ser anecdótica, desata un profundo debate entre la necesidad económica y el apego al patrimonio numismático estadounidense. La medida, si se llegara a aplicar, podría revolver costumbres comerciales y provocar ajustes en la vida diaria de los estadounidenses.
Un costo que se ha vuelto insostenible para el Estado
Donald Trump anunció en su red social Truth Social que había pedido al secretario del Tesoro que detuviera la producción del penny, ya que invoca un desperdicio presupuestario innecesario. «Durante demasiado tiempo, Estados Unidos ha acuñado monedas de un centavo que nos cuesta literalmente más de 2 centavos producir. ¡Es un desperdicio!» dijo enfatizó el 10 de febrero. El presidente se apoya en un informe del Department of Government Efficiency (DOGE), dirigido por Elon Musk, que estima que el costo de fabricación de un penny supera hoy los 3 centavos debido al aumento de los precios del zinc y del cobre.
Esta pérdida financiera, considerada excesiva, representa una carga anual de 179 millones de dólares para los contribuyentes estadounidenses. Ante esta situación, Trump coloca esta eliminación en una lógica más amplia de reducción del gasto público, que busca ahorrar un total de 1,000 millones de dólares. Si la Casa Blanca y el Departamento del Tesoro validan la medida, la eliminación del penny podría ser efectiva sin siquiera pasar por una votación en el Congreso, según el economista Robert Triest de la Universidad de Northeastern.
Un debate que divide a la población y encuentra ecos a nivel internacional
El anuncio de esta reforma no cuenta con la unanimidad. Algunos observadores temen que provoque un aumento artificial de precios, debido al redondeo forzado de los pagos en efectivo al níquel (0,05 dólar). Un temor que comparten algunos consumidores, para quienes la eliminación del penny podría afectar indirectamente su poder adquisitivo. Por el contrario, otros consideran esta moneda obsoleta, especialmente desde el auge de los pagos digitales. La desaparición del penny incluso permitiría un incremento de la productividad mediante la reducción de las manipulaciones de moneda.
Este debate va más allá de Estados Unidos. Canadá ya dio el paso en 2013 al poner fin a la circulación de su moneda de un centavo, después de darse cuenta de que su costo de producción superaba su valor nominal. Esta transición se realizó sin contratiempos, con un redondeo de los pagos sin impacto notable en los precios. En Europa, la Comisión Europea había considerado una reforma similar para las monedas de 1 y 2 centavos de euro, antes de renunciar ante las presiones relacionadas con la inflación. El Reino Unido, por su parte, ha estado indeciso durante varios años sobre la cuestión, sin tomar decisiones concretas.
Si la administración Trump logra llevar a cabo esta reforma, constituirá una ruptura con un símbolo histórico de la moneda estadounidense. Pero más allá de la dimensión emocional, esta decisión plantea interrogantes sobre la evolución de los sistemas monetarios ante la creciente digitalización de los intercambios. La eliminación del penny podría así ser el primer paso hacia una transición gradual hacia una sociedad menos dependiente de la moneda física. Sin embargo, queda por saber si esta medida obtendrá un apoyo político suficiente para ser adoptada, o si se sumará, como tantas otras tentativas antes de ella, a la larga lista de reformas abandonadas.
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