Trump va a hacer caer de nuevo la bolsa
La reciente imposición de derechos de aduana masivos por Donald Trump, seguida de una pausa inesperada sobre ciertos productos chinos, ha sumido a los mercados financieros en la tormenta. ¿Qué se puede esperar en los próximos días?
En resumen
- El 11 de abril de 2025, Donald Trump impuso aranceles del 145 % a los productos chinos, lo que provocó un fuerte desplome en los mercados.
- El NASDAQ cayó un 26 %, Tesla un 56 % y Apple un 35 %; los tipos de interés en EE. UU. aumentaron drásticamente.
- Ante el pánico, Trump suspendió algunos aranceles, especialmente sobre productos tecnológicos chinos.
- Algunos lo ven como una estrategia geopolítica calculada; otros, como una retirada ante la presión de los mercados y el poder de China.
- Esta secuencia ilustra un cambio hacia un mundo multipolar, donde EE. UU. podría perder su hegemonía económica.
Trump ha desencadenado la guerra comercial
El 11 de abril de 2025, Donald Trump desencadenó una onda de choque al imponer derechos de aduana de 145 % sobre los productos chinos. Este «Día de la Liberación», como lo ha denominado la administración Trump, tenía como objetivo oficial reequilibrar los intercambios comerciales y proteger la industria estadounidense.
La reacción de los mercados fue inmediata y brutal. El NASDAQ cayó un 26 % desde sus máximos, con valores tecnológicos particularmente afectados: Tesla perdió un 56 % y Apple un 35 %. Paralelamente, las tasas de interés estadounidenses se dispararon, pasando del 3.90 % a más del 4.60 % en unas pocas semanas.
Ante lo que algunos analistas ya calificaban de “cataclismo financiero”, Trump anunció una pausa de 90 días en los derechos de aduana para la mayoría de los países que habían iniciado negociaciones, con la notable excepción de China. Luego, en un giro inesperado, finalmente eximió a los smartphones, ordenadores, componentes electrónicos y otros productos tecnológicos chinos de los nuevos derechos de aduana.
¿Trump tiene 10 pasos de ventaja?
Para algunos, estos aparentes cambios de rumbo ocultan una estrategia del shock perfectamente dominada. El modelo recordaría al de Colbert bajo Luis XIV, con los aranceles de 1664 y 1667, destinados a reorganizar el espacio comercial francés y luego a atacar específicamente a los rivales del reino.
Así, Trump buscaría establecer una reorganización del espacio económico mundial en torno a Estados Unidos, con círculos concéntricos: libre comercio condicional con los aliados cercanos, derechos de aduana progresivos para los demás, y cuasi-embargo para China. Esta estructuración prepararía el terreno para una confrontación.
La innovación principal de esta estrategia sería la creación de un « Servicio de Ingresos Externos », sistema de imposición permanente a escala mundial. El propio Trump habría señalado que estos países deberían pagar anualmente sumas muy importantes. Su asesor Stephen Miran también sugirió que los aliados podrían simplemente « hacer cheques » a Estados Unidos a cambio de un acceso privilegiado al mercado estadounidense.
Este enfoque reproduciría la estrategia de Reagan contra la URSS en la década de 1980, con los acuerdos de Plaza (1985) y del Louvre (1987), cuando los aliados aceptaron sacrificios económicos para contener la amenaza soviética. El método Trump sería, por tanto, el de una presión máxima, seguida de negociaciones, y luego de nuevas presiones si fuera necesario.
La tesis de la retirada forzada
Una lectura alternativa de los eventos sugiere que Trump simplemente ha capitulado ante la presión de los mercados financieros y la posición de fuerza de China. El colapso del dólar y el vertiginoso aumento de las tasas de interés amenazaban directamente la capacidad de Estados Unidos para refinanciar su colosal deuda de 35 billones de dólares.
China, que posee más de 1250 billones de dólares en bonos estadounidenses, tiene un arma formidable en materia de deuda. Sin haber necesitado siquiera utilizarla, esta amenaza habría sido suficiente para hacer ceder a la administración Trump, consciente de que una venta masiva de bonos del Tesoro estadounidense por parte de Pekín podría haber precipitado una crisis sistémica mundial.
Varios señales habrían convencido a Trump de dar marcha atrás: el rechazo de la Reserva Federal estadounidense a bajar las tasas de interés debido a los riesgos inflacionarios, las advertencias de Jamie Dimon (CEO de JP Morgan) sobre los riesgos de recesión, y la fuga de capitales extranjeros fuera de Estados Unidos.
Por primera vez en la historia moderna, los inversores globales manifestaban desconfianza hacia los bonos estadounidenses y el dólar.
Esta situación recuerda el caso de Liz Truss en el Reino Unido, cuyas políticas económicas consideradas irreales por los mercados provocaron una caída de la libra esterlina, llevando a su rápida dimisión.
Una inversión de las relaciones de poder
Más allá de estas interpretaciones, se dibuja una tendencia de fondo: la inversión de las relaciones de poder a escala mundial. Las proyecciones de PwC para 2050 colocan a China como la principal potencia mundial (20 % del PIB mundial), seguida de India (15 %), y luego Estados Unidos (12 %).
Esta reconfiguración se acompaña de un colapso del soft power estadounidense en declive. Históricamente, Estados Unidos ha atraído a las mejores mentes del planeta (el 45 % de los doctorados estadounidenses son obtenidos por estudiantes internacionales, especialmente en campos estratégicos como la informática). Esta capacidad de atracción, basada en un modelo de sociedad atractivo y oportunidades económicas, podría erosionarse con las políticas aislacionistas.
Frente a estos cambios, Europa se encuentra en el centro del juego. China le tiende la mano, Xi Jinping invitando explícitamente a los europeos a « unirse a China en la lucha contra la tiranía ». Algunas élites europeas parecen seducidas por este acercamiento, compartiendo con China una visión tecnocrática del gobierno y un enfoque regulador de la economía.
Sin embargo, esta apertura china oculta un riesgo: si Europa no se inclina hacia el campo chino, Pekín podría aliarse con Rusia para desestabilizar el continente, buscando «desgarrarlo» o neutralizarlo para privar a Estados Unidos de aliados estratégicos.
Trump acelera el fin de un mundo
La secuencia de los derechos de aduana de Trump, ya sea que releve de una estrategia deliberada o de una retirada forzada, ilustra el cambio del centro económico mundial hacia Asia. Este movimiento no significa el fin inmediato del poder estadounidense, pero anuncia una era de multipolaridad y nuevas rivalidades.
La economía estadounidense conserva activos innegables: la solidez de los indicadores económicos, la capacidad de innovación y la atractividad de sus universidades. Pero la deuda pública récord, la vulnerabilidad del dólar y la creciente dependencia de la financiación extranjera son debilidades estructurales.
En esta reconfiguración mundial, otras potencias buscan sacar partido. India, en particular, aspira a convertirse en «el nuevo taller del mundo» en lugar de China, lo que la inclina naturalmente hacia la alianza estadounidense. Esta dinámica podría reavivar las tensiones sino-indias en la frontera.
Esta transición se presenta como un proceso de larga duración, del cual los derechos de aduana son solo la primera fase visible. La resolución de esta confrontación, ya sea por estrategia deliberada o ajustes forzados, determinará el equilibrio de las potencias para las próximas décadas.
Inmediatamente, Trump puede haber salvado a los mercados financieros de un colapso, pero la pregunta persiste: ¿hasta cuándo se mantendrá esta estabilidad precaria frente a las fuerzas que rediseñan el tablero mundial? Como señala Ray Dalio, estamos presenciando en directo « un relevo » histórico entre potencias dominantes, fenómeno cíclico que ha marcado la historia de la humanidad.
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Cada día trato de enriquecer mis conocimientos sobre esta revolución que permitirá a la humanidad avanzar en su búsqueda de libertad.
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