¿Trump Listo para Rendirse a China?
Mientras China revela cada vez más su rostro totalitario, Donald Trump y Kamala Harris generan serias preocupaciones sobre su capacidad para defender los intereses occidentales frente a Pekín. ¿Estarían a punto de capitular frente a Xi Jinping y abandonar Taiwán?
El dossier chino
La cuestión de las relaciones chino-estadounidenses se impone como un tema crucial en las próximas elecciones presidenciales estadounidenses.
Mientras que Joe Biden ha adoptado una línea dura con Pekín, algunos se preocupan por la capacidad de sus posibles sucesores para mantener esta firmeza. Donald Trump y Kamala Harris suscitan dudas sobre su determinación para enfrentar a China.
Aunque por diferentes razones, estos dos candidatos podrían fracasar en proteger los intereses estadounidenses frente a las ambiciones chinas.
¿Un cambio de Trump frente a China?
Donald Trump se forjó una imagen de halcón anti-Pekín durante su primer mandato. Lanzó una guerra comercial y tomó medidas contra el espionaje chino. Esta reputación podría paradójicamente permitirle girar 180 grados sin muchos daños políticos.
Varios signos preocupantes sugieren que Trump podría adoptar un enfoque más conciliador hacia China si vuelve al poder. Su cambio de postura sobre TikTok en marzo pasado, tras una reunión con un multimillonario con intereses en la empresa, ilustra su sensibilidad a los incentivos financieros. ¿Cederá Trump a la tentación de vender los intereses estadounidenses al mejor postor?
Su historial en materia de control de exportaciones o negociaciones comerciales ya muestra una tendencia a ceder ante las presiones chinas a cambio de victorias simbólicas. El acuerdo comercial de «fase 1» firmado en 2020 es un ejemplo perfecto. Trump se conformó con promesas de compras chinas que nunca se cumplieron, abandonando toda presión real sobre Pekín.
Aún más preocupante, Trump parece cuestionar el compromiso estadounidense con Taiwán. En una entrevista reciente, criticó la isla por su industria de semiconductores y destacó la dificultad de defenderla militarmente.
¿Republicanos: todos pro-China y pro-Putin?
Una parte de la base electoral de Trump también parece estar evolucionando hacia posiciones pro-Pekín.
Figuras mediáticas como Tucker Carlson abogan por un acercamiento con China en nombre de la lucha contra los “izquierdistas estadounidenses”.
Si Trump se adhiere a esta visión de una alianza mundial de autocracias contra la izquierda, las consecuencias podrían ser desastrosas para la seguridad estadounidense y el orden internacional.
¿Taiwán, pronto abandonada a China?
La actitud de Trump hacia Taiwán es particularmente preocupante. Su enfoque transaccional de la política exterior podría llevarlo a considerar la defensa de la isla como una carga innecesaria. Un abandono así alentaría las ambiciones expansionistas chinas y socavaría la confianza de los aliados estadounidenses en la región.
La pérdida de Taiwán tendría consecuencias estratégicas mayores. Comprometería gravemente la seguridad de Japón, un aliado clave de Estados Unidos, y daría a China un control acrecentado sobre rutas marítimas vitales en la región.
La industria de semiconductores de la isla, crucial para la economía mundial, caería en manos de Pekín.
Tal escenario marcaría el comienzo de una dominación china en Asia, cuestionando el equilibrio de poder mundial. Estados Unidos perdería su influencia en una región clave, con repercusiones económicas y geopolíticas considerables.
Harris y el riesgo de un retorno a la estrategia Obama
Las preocupaciones sobre Kamala Harris son menos severas, pero no deben ser ignoradas. La vicepresidenta podría verse tentada a regresar a la “estrategia de compromiso”, defendida durante la era Obama, a pesar de su evidente fracaso.
Sus críticas pasadas a los aranceles como herramienta de seguridad nacional generan dudas sobre su disposición a continuar la política económica de Biden hacia China. Su asesor de seguridad nacional, Philip H. Gordon, ha defendido recientemente los méritos de esta estrategia con Pekín.
Esta visión parece ignorar los cambios ocurridos bajo Xi Jinping y la necesidad de preservar las capacidades industriales estadounidenses frente a la amenaza china. También subestima la voluntad de Pekín de reducir su dependencia económica de Estados Unidos.
El riesgo es que Harris no vea la política de firmeza de Biden como una necesidad estratégica sino como una herencia trumpista a abandonar.
Sin ser tan alarmante como en el caso de Trump, este escenario preocupa a muchas personas en Washington…
Una China cada vez más autoritaria
La geopolítica defendida por Obama con China, basada en la esperanza de una liberalización progresiva del régimen a través de los intercambios económicos, ha mostrado sus límites. Lejos de abrirse políticamente, China ha utilizado su desarrollo económico para reforzar su autoritarismo y sus ambiciones geopolíticas.
Volver a este enfoque sería un error estratégico mayor: ignoraría la realidad de una China que hoy en día se ha convertido en el principal rival de Estados Unidos.
La estrategia de compromiso ha traído ciertamente beneficios mutuos, pero también ha permitido a China ponerse al día tecnológicamente y militarmente. Continuar con esta política implicaría fortalecer a un rival cada vez más amenazante para los intereses estadounidenses!
Una necesaria continuidad estratégica
Frente a una China cada vez más autoritaria, Estados Unidos debe mantener una línea firme en los planos económico, diplomático y militar. El objetivo es disuadir a Pekín de emprender una guerra devastadora en Asia.
La política de Biden, aunque imperfecta, va en la dirección correcta. Busca fortalecer las alianzas estadounidenses en Asia, apoyar a Taiwán y limitar la dependencia económica de China. Retroceder sería un error estratégico mayor con consecuencias potencialmente catastróficas.
Este enfoque no significa un retorno a la Guerra Fría. Apunta a establecer un nuevo equilibrio, una coexistencia pacífica del siglo XXI.
¿Qué desafíos enfrenta China?
El próximo presidente estadounidense deberá enfrentar desafíos considerables en su política hacia China:
- Mantener la presión económica evitando una escalada peligrosa
- Fortalecer las alianzas en Asia sin provocar una reacción agresiva de Pekín
- Apoyar eficazmente a Taiwán preservando la estabilidad en el estrecho
- Cooperar con China en temas globales como la lucha contra el cambio climático
Estos equilibrios delicados requerirán una visión estratégica clara y una gran habilidad diplomática. Ni Trump ni Harris han demostrado estar a la altura de este desafío….
Ni Trump ni Harris parecen estar a la altura del desafío. El futuro de la seguridad en Asia y del orden internacional podría definirse en estas elecciones.
Los votantes estadounidenses deberán ser conscientes de esta cuestión fundamental al momento de tomar su decisión. El próximo presidente tendrá la gran responsabilidad de defender los intereses estadounidenses (y occidentales) frente a una China cada vez más amenazante.
La relación chino-estadounidense dará forma al mundo de las próximas décadas. Encontrar el equilibrio correcto entre confrontación (entre potencias nucleares) y cooperación será el gran desafío geopolítico de nuestro tiempo. El éxito o el fracaso de la próxima administración estadounidense en este frente chino tendrá repercusiones mundiales para las futuras generaciones. ¿Estarán a la altura? Lo dudo.
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Cada día trato de enriquecer mis conocimientos sobre esta revolución que permitirá a la humanidad avanzar en su búsqueda de libertad.
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