Turquía, un miembro clave de la OTAN, acaba de sacudir el orden geopolítico mundial con una sorprendente solicitud de adhesión al bloque de los BRICS, una alianza económica y política dominada por Rusia y China. Esta iniciativa es un paso decisivo en la estrategia diplomática de Ankara, tradicionalmente arraigada en sólidas alianzas occidentales. El presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, parece decidido a redefinir la posición de su país en el tablero internacional, buscando establecer asociaciones más allá de sus alianzas históricas con Occidente. Este desarrollo ocurre en un momento de altas tensiones geopolíticas, cuestionando el equilibrio de fuerzas entre el Este y el Oeste.