La geografía financiera mundial está experimentando una transformación espectacular. Lejos de los rascacielos asépticos de Wall Street o de los bancos centenarios suizos, está emergiendo una nueva cartografía: la de las ciudades que han sabido abrazar la revolución blockchain sin complejos. Ljubljana, capital eslovena situada entre los Alpes y los Balcanes, encarna esta metamorfosis. Con una audacia regulatoria y una cultura criptográfica ya arraigada, ahora supera a Hong Kong y Zúrich. ¿Cómo ha logrado esta ciudad de 300,000 habitantes dominar el juego? La respuesta se encuentra en una mezcla sutil de pragmatismo legislativo, infraestructuras ágiles y una adopción popular casi orgánica.
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