Rusia, un miembro influyente del bloque BRICS, acaba de alcanzar un hito monetario histórico: en febrero, más de la mitad de sus importaciones se han pagado en rublos. Este avance estratégico, confirmado por el Banco Central, se enmarca en una ruptura clara con el sistema dominado por el dólar. Mientras las tensiones con Occidente se intensifican, Moscú reorienta sus intercambios hacia socios considerados "amistosos", lo que redefine así los equilibrios financieros globales y acelera su trayectoria hacia una autonomía económica reforzada.