Desde que Elon Musk adquirió Twitter, rebautizada como X, el multimillonario ha hecho de la eficiencia un mantra, incluso a costa de alterar las estructuras tradicionales de la empresa. Su reciente revelación de haber reducido la plantilla en un 80% ilustra su visión atípica de la gestión y el liderazgo. Así, aunque esta decisión impacta por su magnitud, también abre el debate sobre la viabilidad de un modelo así.