En un contexto económico mundial ya debilitado, el ralentizamiento chino actúa como una onda de choque para las empresas europeas de sectores tan emblemáticos como el lujo y la automoción. Mientras estas industrias se habían acostumbrado a un crecimiento sostenido por el apetito del mercado chino, las señales del tercer trimestre trazan un panorama sombrío. Detrás de las cifras, hay un modelo económico que tambalea, lo que deja lugar a profundas incertidumbres sobre el futuro de los intercambios entre Europa y China.