Después de alcanzar un máximo histórico en diciembre, el bitcoin sufre una corrección brutal, perdiendo casi el 10% de su valor en unas pocas semanas. Esta caída no se puede explicar únicamente por un simple ciclo de mercado, sino por un contexto económico bajo tensión. La inflación estadounidense, cada vez más persistente, reduce los márgenes de maniobra de la Reserva Federal (Fed), lo que retrasa las esperanzas de recortes en las tasas. Esta situación refuerza la presión sobre los activos de riesgo, incluido el bitcoin, que ve disminuir su atractivo frente a un dólar en alza y rendimientos de bonos en aumento. El inminente anuncio del índice de precios al consumo (IPC) el 15 de enero podría acentuar esta tendencia. Según Steno Research, una inflación superior a lo previsto podría desencadenar nuevas liquidaciones y hacer caer el BTC por debajo de los 85,000 dólares. Pero el peligro no proviene únicamente de los datos macroeconómicos. El mercado de derivados de bitcoin sigue sobrecalentado, lo que alimenta un exceso de apalancamiento que aumenta la volatilidad. Entre incertidumbres económicas y la fragilización de las posiciones especulativas, la cripto evoluciona en una zona de inestabilidad, donde cada anuncio económico podría provocar un movimiento de gran magnitud.