Los BRICS se han presentado durante varios años como una alternativa creíble a los bloques económicos hegemónicos como el G7. En este contexto de crecientes rivalidades entre potencias, Rusia ha emprendido acciones para ampliar esta alianza. Así, invitó a Arabia Saudita y Turquía a unirse a sus filas. Moscú esperaba así fortalecer la influencia del bloque en la escena internacional y hacer frente a las presiones de las economías occidentales. Sin embargo, estos esfuerzos se han encontrado con un contundente rechazo. Este revés ilustra las divergencias de intereses entre estas naciones, pero también los desafíos a los que se enfrentan los BRICS para ampliar su círculo de influencia en un mundo donde los equilibrios geopolíticos son cada vez más complejos.