Rusia: ¡El Banco Central busca regular el mercado cripto sin abrirlo al público!

A medida que las criptomonedas sacuden los sistemas financieros tradicionales, Rusia opta por un camino paradójico. El Banco Central propone abrir el comercio a inversores calificados, mientras mantiene una distancia prudente. ¿Es una maniobra que se asemeja a un equilibrio entre control e innovación, pero oculta una estrategia más restrictiva?

Cripto: una experiencia reservada a la élite

Putin no seguirá el ejemplo de Trump. El Banco Central ruso ha revelado un proyecto audaz: permitir a los inversores « calificados » comerciar criptomonedas durante tres años.

Solo aquellos que posean más de 100 millones de rublos (11,5 millones de dólares) en activos o que hayan generado 50 millones de ingresos anuales podrán participar. Un umbral que excluye de inmediato al 99 % de la población, según estimaciones locales.

Esta selección plantea interrogantes. Oficialmente, se trata de proteger a los particulares de los riesgos volátiles de las criptomonedas.

Pero este argumento oculta mal una realidad: Moscú busca canalizar la innovación financiera sin despertar el entusiasmo popular. Al dirigirse a los ultra-ricos y a las empresas autorizadas, el Kremlin limita el acceso a una esfera que percibe tanto como una amenaza como una oportunidad.

Aún así, la experiencia no es una simple red de seguridad. Tiene como objetivo estructurar un mercado opaco, imponiendo normas a las plataformas locales.

Los organismos financieros deberán someterse a exigencias estrictas, reforzando la trazabilidad de las transacciones. Una forma de domesticar la cripto, sin otorgarle legitimidad legal. Porque recordemos: las criptomonedas siguen prohibidas como medio de pago.

Las entrañas de una estrategia ambigua

A la sombra de esta experimentación se perfila un objetivo menos confesado: controlar los flujos financieros en tiempos de sanciones internacionales. Al regular el comercio de criptomonedas, Moscú podría sortear parcialmente las restricciones económicas, mientras evita una fuga de capitales. Una hipótesis reforzada por el tiempo – tres años –, que corresponde a una fase de prueba para evaluar los impactos geopolíticos.

Sin embargo, este enfoque regulatorio no está exento de contradicciones. Por un lado, el Banco Central promete « oportunidades de inversión para quienes estén dispuestos a asumir riesgos ». Por otro lado, mantiene un discurso alarmista sobre los peligros de los activos digitales. Un doble lenguaje que refleja la tensión interna entre la modernización económica y el conservadurismo monetario.

Finalmente, esta iniciativa se inscribe en una tendencia global: las « cajas de arena regulatorias », estos espacios controlados donde probar innovaciones. Sin embargo, a diferencia de la UE o Singapur, Rusia añade una dimensión geoestratégica. Al estructurar el mercado cripto, quizás esté preparando la emergencia de un sistema paralelo, menos dependiente del dólar, que Robert Kiyosaki considera como una estafa. Una ambición que explicaría por qué solo los actores más influyentes son convocados a la mesa.