¡Putin respalda Bitcoin, pero se resiste a seguir los pasos de Trump!

A medida que las criptomonedas dividen las geopolíticas mundiales, Rusia traza un camino singular. Vladimir Putin, al reconocer la intangibilidad del bitcoin, se opone de manera categórica a su integración en las reservas nacionales. Una posición que contrasta con la de Donald Trump, ferviente defensor de una América cripto-soberana. Entre la fascinación tecnológica y la prudencia estratégica, Moscú juega un equilibrio sutil en el tablero digital.

Una prudencia estratégica: el oro y el yuan ante todo

Rusia no apuesta por el bitcoin para asegurar su futuro económico. Vladimir Kolychev, vice-ministro de Finanzas, lo ha recordado sin rodeos: el Fondo Nacional de Riqueza (NWF) privilegia el oro físico y el yuan.

Con un 60 % de divisas chinas y un 40 % de metal precioso, Moscú asegura sus reservas contra las turbulencias de los mercados. « Los activos digitales son demasiado volátiles para un fondo soberano », insiste Kolychev. Una elección que refleja una lógica implacable: la liquidez prima sobre la codicia.

Con 11 970 miles de millones de rublos (122 mil millones de dólares), el NWF representa el 5,6 % del PIB ruso proyectado para 2025. Un ratio considerado demasiado bajo para asumir riesgos. « Por debajo del 7 al 10 % del PIB, cualquier exposición a activos especulativos sería irresponsable », explica el experto financiero.

Putin, él mismo, había moderado los ímpetus en 2021: « El bitcoin tiene un valor, pero su inestabilidad lo hace inapropiado para el comercio petrolero. »

Esta desconfianza no es nueva. Desde 2017, el Kremlin regulaba las criptos para limitar el blanqueo de capitales. Una regulación reforzada en 2022 con la prohibición de pagos en cripto.

Sin embargo, tras estas barreras se esconde una realidad más matizada: Rusia utiliza discretamente el bitcoin para eludir las sanciones. Un paradoja que revela una estrategia de doble fondo. Si bien Moscú frena con ambas manos sobre el bitcoin doméstico, su interés por la blockchain revela una ambición más amplia.

Blockchain sí, Bitcoin no

Vladimir Putin no rechaza la revolución blockchain. Su encuentro en 2017 con Vitalik Buterin, fundador de Ethereum, da fe de ello. El presidente ruso ya veía en esta tecnología una palanca de influencia. Una visión que ha madurado: en 2024, Rusia se dotó de un marco legal para explotar los activos digitales… sin ceder a la locura especulativa.

« Nadie puede prohibir el bitcoin », declaraba Putin en diciembre de 2024. Una frase impactante que resume su filosofía: es imposible ignorar las criptos, pero imprudente adoptarlas sin control.

Así, Moscú fomenta las infraestructuras blockchain para modernizar sus sectores clave (energía, logística), mientras silencia su uso público. Un enfoque que sirve a dos señores: la innovación tecnológica y la estabilidad del rublo.

En la escena internacional, el bitcoin se convierte en un arma de elusión. Frente a las sanciones occidentales, Rusia lo utiliza para transacciones transfronterizas, especialmente con socios asiáticos o del Medio Oriente. Una táctica discreta, pero vital para mantener flujos comerciales. Sin embargo, internamente, el Kremlin permanece alerta: no es cuestión de dejar que las criptos amenacen su control monetario.

La posición rusa sobre el bitcoin es una mezcla ingeniosa de realismo y desconfianza. Mientras que Trump sueña con reservas estadounidenses en cripto, Putin apuesta por el oro, el yuan y una blockchain domesticada.