Pekín apuesta por su mercado interno para relanzar su economía

Ante la desaceleración económica y las tensiones comerciales internacionales, el gobierno chino despliega una estrategia ambiciosa para estimular su demanda interna. El Consejo de Estado acaba de lanzar un «plan de acción especial» destinado a revitalizar el consumo nacional, considerado como el nuevo motor de crecimiento para alcanzar el objetivo del 5% en 2025.

Para impulsar su crecimiento, Pekín estimula la demanda interna

El Consejo de Estado de China presentó a finales de febrero un plan amplio para revitalizar su consumo interno. Este programa, mucho más ambicioso que las medidas anteriores, tiene como objetivo «apoyar el consumo de manera vigorosa y ampliar la demanda doméstica en todas las direcciones», según el comunicado oficial.

Pekín pretende aumentar significativamente los ingresos de las poblaciones urbanas y rurales, al mismo tiempo que reforma el sector de la vivienda para mejorar los recursos financieros de los agricultores.

A diferencia de las medidas temporales anteriores, como los 20 mil millones de euros en cupones distribuidos el verano pasado para el mercado automotriz y los electrodomésticos, este plan aborda los fundamentos económicos.

Lo que cambia respecto a los planes anteriores es el aspecto estructural de las medidas de estímulo. No se trata más de simples subsidios temporales, sino de un aumento sostenible de los salarios.

Ariel Ying Wang, gestora de acciones en Gemway AM.

El plan también prevé un componente social significativo, con un aumento de las pensiones de jubilación, la posible creación de un sistema de cuidado infantil subvencionado, y un refuerzo de la protección legal de los derechos a descanso y vacaciones de los trabajadores. Además, se alentará a las instituciones financieras a flexibilizar las condiciones para otorgar préstamos al consumo.

Una respuesta estratégica a las presiones estadounidenses y europeas

Esta reorientación estratégica se produce en un contexto de fuertes tensiones comerciales con Occidente, tras la entrada en vigor de los nuevos aranceles de Trump, que han llevado a Canadá y China a lanzar una respuesta. Desde su regreso a la Casa Blanca en enero, Donald Trump ha impuesto un arancel adicional del 20% en todos los productos chinos, así como un arancel adicional del 25% sobre las importaciones de acero y aluminio. Estas medidas ya han afectado a las exportaciones chinas, que solo han crecido un 2.3% en enero-febrero de 2025, muy por debajo del 4.5% anticipado por los analistas.

La Unión Europea no se queda atrás, habiendo impuesto aranceles significativos sobre los vehículos eléctricos importados de China, impactando directamente a fabricantes como Cupra, filial de Volkswagen. Wayne Griffiths, CEO de Seat y Cupra, ha denunciado estos aranceles que, según él, «perjudican a la industria automotriz en lugar de protegerla«.

Ante estas amenazas a su modelo económico tradicionalmente impulsado por las exportaciones (que alcanzó un récord de 3.4 billones de euros en 2024), Pekín no tiene más opción que recurrir a su mercado interno.

Paralelamente, el Banco Popular de China ha lanzado una operación de préstamo a medio plazo de 300 mil millones de yuanes (aproximadamente 41.83 mil millones de dólares) para apoyar el sistema bancario y mantener condiciones de liquidez favorables.

«La recuperación del consumo interno podría compensar una posible caída de las exportaciones para alcanzar el 5% de crecimiento previsto en 2025», anticipa Ariel Ying Wang. Una apuesta audaz, pero necesaria para la economía china frente a los vientos en contra de la geopolítica mundial.