Para entonces, las grandes potencias europeas podrían desaparecer del top 10 mundial
Según las proyecciones económicas y el análisis de expertos internacionales, ninguna economía europea figurará entre las diez principales potencias mundiales en el horizonte de 2050.
Europa pierde su influencia económica
«Europa está en declive y la pérdida de su influencia irá acompañada de la pérdida de su muy alto nivel de vida«, advierte Jorge Dezcallar de Mazarredo, exdirector de los servicios de inteligencia españoles, en una entrevista concedida a BBC Mundo. Su análisis está respaldado por indicadores económicos preocupantes.
La zona euro atraviesa un período de estancamiento, con un crecimiento previsto de solo 0,9% en 2024. Una cifra alarmante para una región que aún representa una quinta parte del PIB mundial, posicionándola ahora detrás de otras grandes zonas económicas globales.
Los pilares históricos de la economía europea titubean. De hecho, Francia y Alemania, durante mucho tiempo consideradas como las locomotoras del continente, muestran signos preocupantes de cansancio. Esta fragilización ocurre en un contexto ya debilitado por el Brexit, que ha sacudido profundamente la cohesión económica europea.
El declive demográfico agrava esta situación. «En 1900, Europa contendía el 25% de la población mundial y hoy, cuenta con menos del 6%. Con ese 6%, aún se queda con el 17% del PIB mundial«, recuerda Dezcallar, subrayando un desequilibrio creciente.
Esta realidad dibuja un paradoja sorprendente: Europa conserva un nivel de vida entre los más altos del mundo, incluso cuando su peso en la economía mundial se erosiona inexorablemente.
Esta tendencia ya se materializa a través de cambios concretos en la jerarquía económica mundial. El reciente sobrepaso del Reino Unido por la India en términos de PIB ilustra de manera elocuente este cambio histórico del centro de gravedad económica hacia Asia.
Los desafíos de una transformación necesaria
«Europa no tiene una política exterior común, no tiene capacidad de proyección militar común, no tiene política energética común y no tiene política migratoria común«, analiza Dezcallar, señalando las debilidades estructurales del continente.
El informe Draghi clava el clavo al señalar la necesidad de invertir masivamente – 800 mil millones de euros al año – para salvar la economía europea.
La situación es aún más preocupante ante las amenazas externas. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca plantea el riesgo de una guerra comercial devastadora.
Como recuerda el antiguo diplomático español: «Los derechos de aduana del 10 al 20% perjudicarán a la economía europea, pero eso no es todo.» La divergencia sobre las políticas medioambientales también podría obstaculizar la competitividad de las empresas europeas en la escena internacional.
El diagnóstico es implacable: «Hoy, el 62% del PIB mundial y el 65% de la población mundial se encuentra en la región indo-pacífica«, observa Dezcallar, ilustrando así el deslizamiento histórico del poder económico del Atlántico hacia el Indo-Pacífico.
Para evitar un declive irrevocable, Europa debe imperativamente reinventar su modelo económico. Sin una integración más profunda de sus políticas y una modernización ambiciosa de su aparato productivo, el continente corre el riesgo de ver su influencia económica erosionarse inexorablemente.
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