Las relaciones económicas mundiales evolucionan bajo el efecto de las tensiones geopolíticas y los reposicionamientos estratégicos de las grandes potencias. En este contexto, China y Rusia consolidan su asociación comercial, que alcanza un récord histórico de 240 mil millones de euros en 2024. Este auge ilustra un acercamiento estratégico reforzado por las sanciones occidentales contra Moscú y la voluntad de Pekín de expandir su influencia. Más que una simple alianza económica, esta cooperación envía una señal clara a Estados Unidos y a la Unión Europea, que buscan limitar su influencia en la escena mundial. Así, el auge de los flujos comerciales, el uso creciente del yuan en las transacciones y la reestructuración de los circuitos financieros internacionales plantean ahora la cuestión de las consecuencias a largo plazo de este entendimiento sino-ruso.