¿Máximas tensiones entre China y Taiwán: hacia una guerra inevitable?
El estrecho de Taiwán vuelve a estar en ebullición, y las tensiones entre China y Taiwán alcanzan un umbral crítico. A principios de esta semana, Pekín intensificó su demostración de fuerza militar con el despliegue de aviones de combate y buques de guerra alrededor de la isla, en lo que se describe como una advertencia directa a los «separatistas» taiwaneses. Este repunte de tensión se produce en un contexto en el que las relaciones entre Pekín y Taipéi no han dejado de deteriorarse desde la llegada al poder de Lai Ching-te en 2024, lo que hace temer una escalada de consecuencias imprevisibles.
Una demostración de fuerza alarmante de China
China comenzó esta semana con una serie de maniobras militares de una magnitud inusual alrededor de Taiwán, con un despliegue de aviones de combate, bombarderos y buques de guerra para rodear la isla. Según el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Mao Ning, esta operación constituye una «seria advertencia» a las fuerzas independentistas taiwanesas. Este último afirma que «el independentismo taiwanés y la paz en el estrecho de Taiwán son dos cosas perfectamente incompatibles». Esta demostración de fuerza va acompañada de una retórica cada vez más dura por parte de Pekín, que pretende disuadir cualquier intento de independencia oficial de la isla.
Los ejercicios militares, bautizados «Joint Sword-2024B», se centran en patrullas de preparación para el combate, simulaciones de bloqueo de puertos, así como asaltos sobre objetivos marítimos y terrestres. China, que todavía considera a Taiwán como una provincia rebelde a reintegrar a toda costa, ha aumentado su presencia militar alrededor de la isla en los últimos años. Con estas maniobras, Pekín desea mostrar su capacidad para rodear Taiwán y aislar la isla en caso de conflicto, una estrategia que forma parte de la continuidad de su política de presión militar incrementada desde 2021.
Las reacciones taiwanesas e internacionales ante la amenaza
En respuesta a esta ofensiva militar, Taiwán reaccionó inmediatamente colocando a su ejército en estado de alerta máxima. El presidente Lai Ching-te convocó una reunión de seguridad de emergencia y denunció el «comportamiento irracional y provocador» de China, calificándolo de violación deliberada del derecho internacional. El Ministerio de Defensa de Taiwán aseguró haber desplegado las fuerzas adecuadas para responder a cualquier eventualidad y reafirmó su determinación de proteger «la libertad, la democracia y la soberanía de Taiwán». En este contexto, Taiwán también recibió una nueva ayuda militar estadounidense de más de medio billón de dólares para reforzar su dispositivo defensivo.
Estados Unidos, por su parte, ha condenado enérgicamente estas maniobras calificándolas de «operaciones injustificadas» que podrían conducir a una escalada de tensiones. Washington, que reconoce oficialmente a Pekín desde 1979, pero que también es el principal proveedor de armas de Taiwán, ve en este aumento de tensiones una amenaza a la estabilidad regional. En el futuro, las perspectivas de un conflicto abierto siguen siendo inciertas, pero este nuevo episodio ilustra hasta qué punto la situación en el estrecho de Taiwán se ha vuelto explosiva, ya que cada movimiento estratégico podría precipitar un enfrentamiento de consecuencias globales.
Esta nueva demostración de fuerza de China alrededor de Taiwán complica aún más las relaciones entre los dos territorios. Mientras Taiwán refuerza sus alianzas y sus capacidades defensivas, Pekín muestra claramente su voluntad de imponer sus puntos de vista por la fuerza si es necesario. El papel de Estados Unidos, como apoyo clave de Taiwán, será crucial en los próximos meses, ya que el riesgo de una confrontación militar no deja de crecer en la región.
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