Macron ha arruinado totalmente a Francia
¡El déficit francés explota! Una comisión de investigación parlamentaria investiga las causas de este deslizamiento. Mientras Francia parece hundirse en una espiral de endeudamiento sin precedentes, Macron aparece como el único responsable de esta ruina.
Una comisión de investigación: un punto de inflexión
La comisión de finanzas de la Asamblea Nacional se transforma en comisión de investigación. Su misión: comprender las causas de las variaciones y diferencias en las previsiones fiscales y presupuestarias. Eric Coquerel y Eric Ciotti conducirán la investigación, con poderes ampliados para acceder a documentos de la administración.
Esta decisión marca un cambio significativo en el equilibrio de poder. Por primera vez en mucho tiempo, el Parlamento parece retomar el control de cuestiones cruciales de finanzas públicas. Esta comisión tendrá en particular el poder de convocar testigos y exigir la producción de documentos, incluidos aquellos que suelen mantenerse confidenciales por el ejecutivo.
¿El juicio de Emmanuel Macron?
La audiencia de Bruno Le Maire será observada de cerca. El Ministro de Economía y Finanzas deberá explicar las razones de este deslizamiento presupuestario. Pero más allá de su persona, es toda la política económica del quinquenio la que será examinada con lupa.
Algunos comentaristas ya se preguntan sobre el papel del jefe de Estado en la ocultación de la gravedad de la situación durante varios meses. Gérard Larcher, presidente del Senado, lanzó una frase cargada de significado: «No nos han dicho todo.» Esta declaración sugiere que información crucial habría sido deliberadamente escondida al Parlamento y a los franceses.
Esta comisión podría marcar el inicio de un verdadero juicio al macronismo. El Parlamento parece retomar el control frente a un ejecutivo debilitado.
El balance abrumador de Macron
Emmanuel Macron aparece como un reformador fallido. Llegó al poder en 2017, prometiendo sanear las finanzas públicas y reactivar la economía. El resultado es otro.
La deuda ha explotado, aumentando en casi 1000 mil millones de euros durante su mandato. Este aumento vertiginoso representa cerca de 50% de aumento en solo siete años.
La crisis del Covid ciertamente jugó un papel, con un «cueste lo que cueste» que costó el doble que en otros lugares de Europa. Pero esta política no es suficiente para explicar la magnitud del deslizamiento. La propia estructura del Estado francés, con su amplio ámbito de acción, parece haber amplificado los efectos de la crisis.
Macron no ha reformado las pensiones
Las reformas estructurales, como la de las pensiones, fueron demasiado tímidas o mal conducidas. La reforma de pensiones por puntos, inicialmente prevista en 2019, fue abandonada ante la contestación social. Su reemplazo por una reforma tímida en 2023 no permitió resolver los problemas de fondo del sistema.
La pérdida de la mayoría absoluta en la Asamblea paralizó la acción del gobierno. Incapaz de aprobar sus reformas sin compromisos, el ejecutivo se encontró en una situación de bloqueo institucional sin precedentes.
Francia en la espiral de endeudamiento
La situación es alarmante. La carga de la deuda podría alcanzar 120 mil millones de euros al año dentro de 7 a 8 años. Esta cifra vertiginosa representaría cerca de 40% del presupuesto actual del Estado. Para entender la magnitud del problema, hay que entender el mecanismo de la deuda.
Cada año, habrá que encontrar 15 mil millones de euros adicionales solo para pagar los intereses. Este aumento mecánico es debido al repunte de las tasas de interés, después de una década de tasas artificialmente bajas gracias a la política del Banco Central Europeo.
El problema se agrava por el hecho de que Francia sigue teniendo un déficit importante. Con un déficit del 5% del PIB, son alrededor de 150 mil millones de euros de deuda adicional cada año. Esta nueva deuda deberá ser financiada a tasas más altas, creando un efecto de bola de nieve.
El sistema fiscal francés también presenta un problema. Impide el enriquecimiento al tiempo que permite a los más ricos permanecer así. Esta dinámica frena la movilidad social y la innovación. En Francia, 70% de las grandes fortunas son heredadas, frente a solo el 30% en Estados Unidos o Reino Unido.
Esta estructura fiscal crea una economía de renta, donde es difícil enriquecerse por el trabajo y la innovación, pero relativamente fácil conservar una fortuna adquirida. Esta falta de dinamismo económico pesa enormemente en la capacidad del país para generar crecimiento y por lo tanto pagar su deuda.
Macron ha eutanasiado la 5ª República
La crisis actual podría acelerar una transformación del régimen político francés. El paso a un sistema más parlamentario, con la introducción de la proporcionalidad, parece inevitable.
Esta evolución permitiría un mejor control de las administraciones y una politización más inteligente de la población. El debate público se volvería más maduro, menos centrado en la persona del presidente.
En un sistema parlamentario, las decisiones importantes se toman en el Parlamento, lo que obliga a los comentaristas y ciudadanos a interesarse en el fondo de las políticas en lugar de la personalidad de los líderes.
La marginación de Emmanuel Macron frente al Parlamento ya es visible. De maestro absoluto en enero, capaz de aprobar una ley de inmigración en contra de la voluntad del Parlamento, se encuentra hoy en día mayormente constreñido por los diputados. Esta pérdida de poder presidencial marca quizás el fin de la «monarquía republicana» instaurada por la V República.
La introducción de la proporcionalidad aceleraría este proceso. Haría casi imposible la obtención de una mayoría absoluta para un solo partido, obligando a la formación de coaliciones. Este sistema favorecería el consenso y el compromiso, en lugar del enfrentamiento binario actual.
¿Macron, el futuro Luis XVI?
Los paralelismos con el período prerrevolucionario de 1789 son sorprendentes. Al igual que Luis XVI, Macron parece incapaz de llevar a cabo las reformas necesarias frente a la explosión de la deuda.
En 1789, la deuda del reino alcanzaba alrededor del 80% del PIB de la época. El servicio de la deuda representaba el 42% de los ingresos del Estado. Hoy en día, aunque la situación aún no es tan grave, la tendencia es preocupante. Podríamos alcanzar el 30% de los ingresos destinados al servicio de la deuda para 2027.
La primera reacción de los diputados en 1789 fue apoderarse de los bienes del clero para intentar recuperar las arcas del Estado. Hoy en día, algunos parlamentarios parecen tentados por el mismo enfoque, multiplicando las propuestas de nuevos impuestos.
Sin embargo, la historia muestra que las verdaderas reformas liberales solo intervinieron en un segundo momento. El decreto de Allarde y la ley Le Chapelier, que verdaderamente liberalizaron la economía francesa, no fueron votados hasta marzo y junio de 1791, casi dos años después del inicio de la Revolución.
El Parlamento contra el Elíseo
Un aspecto positivo de esta crisis es que temas complejos como la fiscalidad, el presupuesto del Estado o el funcionamiento de las instituciones son cada vez más discutidos, incluso fuera de los círculos de expertos.
Esta evolución es crucial para el futuro del país. Una población más informada y más comprometida está mejor preparada para comprender las cuestiones y participar en el debate democrático.
Esta madurez política es una condición necesaria para llevar a cabo las reformas difíciles que se imponen.
Ya se observa una evolución del debate público. Los medios comienzan a interesarse más de cerca en las cuestiones presupuestarias, más allá de los simples efectos de anuncio. Los ciudadanos exigen más transparencia sobre el uso del dinero público.
Esta toma de conciencia colectiva podría ser el preludio a cambios más profundos.
Los desafíos a venir
Francia enfrenta elecciones cruciales. Para evitar la quiebra, será necesario encontrar alrededor de 200 mil millones de euros en ahorros por año durante los próximos diez años. Un desafío colossal que requerirá reformas estructurales profundas.
La liberalización de la economía parece inevitable. Al igual que el decreto de Allarde en 1791, que eliminó las corporaciones y sus regulaciones asfixiantes, Francia deberá abordar la jungla normativa que obstaculiza su economía.
La reforma del Estado es también un proyecto prioritario. El ámbito de acción del Estado francés, mucho más amplio que el de sus vecinos europeos, tendrá que ser replanteado. Esta reforma será dolorosa, ya que cuestionará muchos de los logros sociales.
Finalmente, el sistema fiscal deberá ser profundamente reorganizado. El objetivo será crear una dinámica favorable al enriquecimiento por el trabajo y la innovación, en lugar de por la renta y la herencia.
Macron ha arruinado el país
Francia se encuentra en un punto de inflexión en su historia. La crisis de la deuda podría precipitar una reforma profunda de sus instituciones y de su modelo económico y social.
El macronismo aparece como el último estertor de un sistema agotado.
La comisión de investigación parlamentaria podría ser el punto de partida de una nueva era política. Una cosa es segura: los años venideros prometen ser agitados y ricos en debates para la sociedad francesa.
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Cada día trato de enriquecer mis conocimientos sobre esta revolución que permitirá a la humanidad avanzar en su búsqueda de libertad.
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