Los BRICS impulsan una moneda común : ¿Fin del dominio del dólar?

El proyecto de los BRICS para crear una moneda común provoca un interés creciente entre economistas y analistas, ya que podría redefinir los equilibrios financieros globales. Desde hace décadas, el dólar estadounidense domina como la principal moneda de reserva, lo que asegura a Estados Unidos un considerable poder económico y geopolítico. Durante su cumbre en 2024 en Kazán, Rusia, los líderes de los BRICS intensificaron sus discusiones sobre el establecimiento de una alternativa llamada « Unidad », diseñada para facilitar los intercambios dentro del bloque. Este proyecto se integra en una estrategia más amplia que busca reducir su dependencia del dólar, en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas y sanciones económicas. En un momento en que muchos países buscan diversificar sus reservas y eludir las restricciones impuestas por el sistema monetario actual, ¿puede esta iniciativa realmente socavar la supremacía del dólar ?

Una respuesta estratégica a la hegemonía del dólar

El dólar estadounidense sigue siendo la piedra angular del sistema financiero global. Actualmente, representa alrededor del 59 % de las reservas de divisas mundiales y está involucrado en casi el 88 % de las transacciones en los mercados de divisas, según el Consejo Atlántico. Esta posición dominante otorga a Estados Unidos una ventaja estratégica considerable, lo que les permite financiar su deuda pública a costos reducidos y ejercer presión económica a través de sanciones internacionales.

Frente a esta supremacía, los BRICS aspiran a reducir su dependencia de esta moneda. Durante la cumbre de Kazán en octubre de 2024, la idea de una moneda común ocupó un lugar central en las discusiones. Según los líderes del bloque, esta moneda, potencialmente respaldada por una canasta de divisas locales y oro, podría servir como palanca para eludir la dominación del dólar, a menudo percibido como una herramienta de coerción económica y política por parte de Estados Unidos. Vladimir Putin, presidente ruso, además declaró: « no estamos luchando contra el dólar, pero debemos encontrar alternativas cuando se nos impide trabajar con él ».

Esta iniciativa se integra en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas, exacerbadas por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, así como por sanciones económicas repetidas que afectan a miembros de los BRICS. El objetivo declarado es fortalecer la autonomía económica del bloque y consolidar su influencia en los mercados internacionales.

En el terreno, los esfuerzos para reducir la dependencia del dólar ya se traducen en una evolución notable. En 2023, aproximadamente el 20 % de los intercambios petroleros mundiales se realizaron fuera del dólar, una cifra en aumento significativa en comparación con años anteriores. Esta tendencia evidencia una transición gradual, incentivada por las iniciativas de los BRICS para diversificar sus intercambios.

No obstante, a pesar de estos avances, persisten numerosos desafíos. La implementación de una moneda común implica superar importantes divergencias económicas entre los miembros del bloque. Según Anil Sooklal, embajador sudafricano ante los BRICS, « la creación de una moneda común es un objetivo a largo plazo », ya que requiere un consenso sobre aspectos complejos como la gobernanza y la asignación de reservas. Estos obstáculos subrayan la magnitud del trabajo que aún es necesario realizar antes de que esta ambición se materialice.

¿Una amenaza real o simbólica para el dólar ?

A pesar de las ambiciones declaradas por los BRICS, una moneda común no parece capaz de suplantar al dólar a corto plazo. El poder de una moneda radica en su uso comercial, así como en la confianza que inspira a los actores económicos. Sin embargo, el dólar sigue siendo, en la actualidad, el principal refugio de valor en períodos de incertidumbre, lo que refuerza su papel dominante en el sistema financiero mundial.

Sin embargo, la introducción de una moneda de los BRICS podría acelerar una tendencia ya perceptible: la diversificación de las reservas de divisas. Durante varios años, países como China y Rusia han privilegiado los intercambios bilaterales en monedas locales, e India ha firmado acuerdos para reducir su dependencia del dólar en sus transacciones internacionales. Esta dinámica, calificada de « dedolarización », refleja una creciente voluntad de ciertos Estados de liberarse de la dominación estadounidense. Aunque esta tendencia avanza, una revisión total de la hegemonía del dólar sigue siendo improbable en un futuro cercano, dado que su papel en las reservas mundiales y los intercambios comerciales sigue siendo insustituible.

El proyecto de los BRICS también se ve frenado por importantes divergencias económicas y políticas entre sus miembros. Aunque China e India son motores económicos del bloque, sus visiones monetarias difieren. En octubre de 2023, por ejemplo, Rusia propuso que India pagara sus importaciones de petróleo en yuanes, una sugerencia firmemente rechazada por Nueva Delhi, que prefiere utilizar el dólar o la rupia. Este episodio ilustra las tensiones subyacentes dentro del bloque, donde la creciente dominación del yuan podría desencadenar reticencias entre los otros miembros.

Los propios líderes de los BRICS admiten que la creación de una moneda común es un desafío de gran envergadura. Así, Leslie Maasdorp, presidente del Banco de Desarrollo Nuevo, declaró recientemente que este proyecto requería un horizonte « a medio o largo plazo ». Los obstáculos son numerosos, especialmente en lo que respecta a la gobernanza, la estabilización de la moneda y el establecimiento de la confianza internacional suficiente. Estos desafíos estructurales refuerzan la idea de que, a pesar de sus promesas, una moneda BRICS no puede actualmente pretender reemplazar al dólar, aunque podría, a largo plazo, remodelar gradualmente los equilibrios monetarios globales.

Aunque la nueva moneda de los BRICS no representa una amenaza inmediata para la dominación del dólar, simboliza un cambio hacia una economía mundial más multipolar. Las economías emergentes buscan afirmarse en las decisiones financieras internacionales, desarrollando alternativas capaces de reducir la dependencia del sistema monetario dominado por Estados Unidos.

Para los BRICS, esta iniciativa va más allá del marco económico y se inserta en una estrategia política destinada a reequilibrar las relaciones de poder globales. La creación de una moneda común podría ofrecerles una influencia aumentada en la escena internacional y reforzar su peso en las negociaciones económicas globales. Sin embargo, el éxito de un proyecto así depende de condiciones estrictas, incluida la implementación de mecanismos fiables para garantizar la estabilidad de la moneda y establecer la confianza de los actores económicos.

En resumen, la idea de que el dólar pueda perder su supremacía sigue siendo, por ahora, hipotética. Sin embargo, la emergencia de una moneda común de los BRICS podría marcar el comienzo de una profunda reconfiguración del sistema monetario mundial. Este proyecto encarna una creciente voluntad de diversificar los centros de poder económico y crear alternativas viables a la hegemonía estadounidense. Ante estas ambiciones, Estados Unidos deberá repensar su estrategia para preservar su posición en un orden financiero en plena mutación, donde nuevas dinámicas comienzan a redibujar los equilibrios globales.