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La guerra Turquía vs Israel que se aproxima

Lun 31 Mar 2025 ▪ 8 min de lectura ▪ por Satosh
Aprenda Geopolítica

El Medio Oriente está experimentando actualmente una profunda reconfiguración de sus alianzas y rivalidades históricas. El colapso progresivo del régimen sirio y el debilitamiento de Irán están reorganizando las cartas en una región ya inestable. Esta nueva dinámica hace surgir a Turquía como una potencia expansionista regional, empujando potencialmente a Israel y a ciertos países árabes hacia una alianza sin precedentes.

Ilustración de perfil que muestra los rostros de Erdogan y Netanyahu enfrentados sobre un fondo azul, símbolo de las tensiones diplomáticas entre Turquía e Israel.

El regreso de las ambiciones turcas en el Medio Oriente

La Turquía de Erdogan retoma sus ambiciones históricas en el espacio ex-otomano, especialmente en Siria e Irak. La reciente caída del régimen sirio ha acelerado esta dinámica.

Esta resurgencia no es trivial: se inscribe en un continuo histórico donde Mesopotamia y Siria siempre han sido zonas de fricción entre potencias turcas y persas. Las antiguas fronteras otomanas y persas vuelven a ser líneas de fricción, como ya lo eran en el Imperio romano frente a los sasánidas.

Esta expansión se expresa inicialmente a través de la economía. Turquía se ha convertido en el principal socio comercial de Irak, superando a Irán, marcando un cambio significativo en la región. La influencia económica generalmente precede a la influencia política, y Ankara consolida metódicamente su posición en estos territorios que considera su esfera de influencia natural.

La multiplicación por siete de la población turca desde su revolución nacional ha creado una dinámica demográfica excepcional, transformando a Turquía en una potencia regional de primer nivel. Con sus 84 millones de habitantes, ahora puede rivalizar con Irán. Además, su creciente control sobre Siria, a través del apoyo a al-Chara, le permite extender su influencia sin intervención directa. Esta estrategia tiene como objetivo crear una zona de amortiguamiento que podría, a largo plazo, extenderse hacia Irak sunita.

Irán en el fin de un régimen

La República Islámica de Irán se encuentra en una situación precaria, correspondiendo a un final de Antiguo Régimen según una perspectiva histórica. El fin del régimen de los clérigos en Irán podría acelerar la reconfiguración regional y ofrecer nuevas oportunidades para el expansionismo turco. Irán está, en realidad, a una derrota militar importante del colapso de su régimen.

Irán ya ha sufrido reveses significativos a través de sus proxies en Líbano y Siria. Su influencia en Irak, que constituía un «glacis» protector frente a Occidente, ahora está amenazada por el avance turco. La pérdida de este territorio vasallo representaría un cambio decisivo en el equilibrio regional, especialmente porque las poblaciones del noroeste iraní, de origen azerí y turcófono, podrían ser instrumentalizadas por Ankara.

Las recientes tensiones entre Teherán y Ankara ilustran esta creciente rivalidad. El ministro turco de Relaciones Exteriores, Hakan Fidan, advirtió que «los que viven en casas de vidrio deberían evitar lanzar piedras», en respuesta a las críticas iraníes respecto a la política turca en Siria. Estos intercambios, inusuales entre estas dos potencias, son testimonio de un deterioro de sus relaciones.

Israel y su normalización regional en el Medio Oriente

Israel también está experimentando una evolución significativa en su posición regional. Desde los acuerdos de Abraham y la perspectiva de una normalización con Arabia Saudita, el Estado hebreo atraviesa una fase de redefinición de sus alianzas. El expansionismo turco ahora es percibido como la principal amenaza regional, incluso superando a Irán en la jerarquía de amenazas identificadas por el Mossad.

En agosto de 2020, Yossi Cohen, entonces director del Mossad, declaró a sus homólogos saudíes, egipcios y emiratíes que Turquía representaba una nueva amenaza para la paz regional. Esta percepción compartida constituye una base sólida para una cooperación incrementada entre Israel y estos países árabes, que ven en el expansionismo turco un peligro común.

La normalización progresiva de las relaciones de Israel con sus vecinos árabes podría, a largo plazo, transformar fundamentalmente su estatus regional. Israel podría convertirse, en última instancia, en un Estado árabe como los demás, integrado en un conjunto regional más amplio. Esta evolución sería facilitada por la creciente secularización de las sociedades árabes y el declive del panarabismo en favor de nacionalismos locales.

Hacia un nuevo orden regional en el Medio Oriente

Frente a la aparición de una potencia turca hegemónica, podríamos asistir a la formación de una alianza defensiva que agrupe a Israel, Arabia Saudita y Jordania, con el apoyo de Egipto y los Emiratos Árabes Unidos. El Creciente Fértil se está convirtiendo hoy en el creciente hostil, y esta situación recuerda a Europa en vísperas de la Primera Guerra Mundial.

Esta reconfiguración podría seguir un modelo similar al de la construcción europea de posguerra. Así como Europa occidental se unió frente a la amenaza soviética, los Estados de la península arábiga e Israel podrían formar una especie de «OTAN árabe-israelí» frente al expansionismo turco. Jordania jugaría entonces un papel de puente entre Israel y Arabia Saudita, facilitando esta cooperación sin precedentes.

Algunos territorios seguirán siendo disputados y determinarán el equilibrio futuro: Líbano, la costa alauita siria, la región de Damasco, el sur de Siria y parte del sur de Irak. Estas áreas podrían convertirse en los focos de tensiones entre el bloque turco-sunnita y la alianza árabe-israelí en formación.

El fracaso del panarabismo da paso a nacionalismos locales (egipcio, saudí, sirio, iraquí, libanés) que, paradójicamente, podrían facilitar la aparición de una confederación post-nacional. Así como los nacionalismos europeos finalmente se desvanecieron en favor de una construcción europea, los países del Medio Oriente podrían seguir una trayectoria similar, impulsados por la necesidad de enfrentar la amenaza turca.

Una reconfiguración inevitable

El Medio Oriente entra en una fase de transformación mayor que redibuja las fronteras de influencia establecidas desde la caída del Imperio Otomano. La aparición de un imperio panturco, que se extiende potencialmente de Azerbaiyán a Siria, constituye el principal factor de recomposición regional.

La confrontación geoestratégica que se avecina acelerará esta reconfiguración. Si el régimen iraní colapsa, el espacio se abrirá aún más al expansionismo turco, obligando a las demás potencias regionales a aliarse para mantener un equilibrio. Los recientes eventos en Gaza podrían considerarse, en el futuro, como el desencadenante de esta nueva dinámica regional.

Esta evolución recuerda extrañamente las luchas territoriales en los Balcanes antes de la Primera Guerra Mundial. Conflictos aparentemente localizados ocultan en realidad ambiciones mucho más amplias que podrían, a largo plazo, redibujar completamente el mapa del Medio Oriente para los próximos cincuenta años. Este estallido en el Medio Oriente comienza además a inquietar a Wall Street.

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Satosh

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