¡La economía rusa al borde del abismo!

Rusia se enfrenta a una amenaza creciente de estanflación, ya que su economía se ralentiza bajo el peso de los gastos militares masivos y una inflación galopante. Con una tasa de inflación del 9 % en agosto de 2024 y una economía marcada por importantes gastos militares desde la invasión de Ucrania, los expertos se preocupan por las repercusiones a largo plazo.

La inflación en aumento y la amenaza de la estanflación

Rusia se enfrenta a un aumento continuo de los precios, especialmente en los bienes de consumo básicos. De hecho, la estanflación, es decir, la combinación de un crecimiento estancado y una alta inflación, se está convirtiendo en una realidad cada vez más plausible para Rusia. Los esfuerzos del gobierno para estimular la economía, mediante gastos masivos en favor del ejército y las industrias relacionadas con la defensa, han contribuido a este sobrecalentamiento. Sin embargo, estos mismos esfuerzos crean una espiral inflacionaria que pesa fuertemente sobre el sector privado no militar.

Para intentar corregir la situación, el Banco Central de Rusia, dirigido por Elvira NABIOULLINA, anunció ayer, viernes 13 de septiembre de 2024, una nueva subida de su tipo de interés hasta el 19 %, tras haberlo aumentado ya del 16 % al 18 % en julio. Este endurecimiento monetario tiene como objetivo contrarrestar la inflación galopante que amenaza con afectar aún más el poder adquisitivo de los rusos.

Además del impacto inmediato de la inflación sobre la población, el éxodo de trabajadores rusos (movilizados o no) deja millones de puestos vacantes. El sector industrial también se ve penalizado por las sanciones occidentales, especialmente el acceso restringido a tecnologías críticas, lo que ralentiza la innovación y debilita las cadenas de producción.

¿Un modelo económico insostenible?

A pesar de las señales de alerta del Banco Central, Rusia continúa militarizando su economía a gran escala. Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, los gastos militares han aumentado un 50 %, lo que contribuye temporalmente al crecimiento del PIB. Los salarios han subido en los sectores relacionados con la defensa, y la tasa de desempleo está en su punto más bajo en 15 años. Sin embargo, esta mejoría está lejos de ser generalizada. Las sanciones internacionales sobre las tecnologías occidentales ralentizan la innovación y la productividad en los sectores civiles, lo que limita la modernización de la economía rusa.

Esta dependencia creciente del esfuerzo bélico y la financiación militar plantea interrogantes sobre la sostenibilidad del modelo económico actual. Según el economista Maxim BOUEV, Rusia está atrapada en un círculo vicioso de inflación y gastos militares : «El estímulo va a la guerra, el resto de la economía sufre el aumento de precios». A largo plazo, esta situación podría acentuar la desmodernización de la economía, ya marcada por un retorno a métodos y estándares heredados de la época soviética. Aunque Rusia todavía dispone de 300 mil millones de dólares en reservas y muestra una baja tasa de endeudamiento, estos recursos no podrán compensar indefinidamente las pérdidas de productividad.

A corto plazo, Rusia parece capaz de mantener su esfuerzo bélico y contener los efectos de las sanciones gracias a sus reservas financieras y sus ingresos provenientes de los hidrocarburos. Sin embargo, la amenaza de la estanflación, combinada con una militarización excesiva de la economía, deja entrever un futuro incierto.