La caída del dólar y de los bonos preocupa a los mercados
La volatilidad de abril en los mercados financieros estadounidenses preocupa a los inversores globales. Desde el anuncio sorpresa de nuevos aranceles por parte de Donald Trump el 2 de abril, el S&P 500 ha perdido un 5,4 %. Pero son sobre todo las señales enviadas por el mercado de bonos y el dólar las que suscitan temores de un movimiento más profundo: un éxodo de activos fuera de los Estados Unidos.
Éxodo de capitales: el dólar y los bonos en caída libre
Después del reciente crash histórico del mercado cripto, es el turno del dólar. A pesar de ser tradicionalmente considerado un refugio seguro, el USD ha alcanzado su nivel más bajo en tres años según el ICE U.S. Dollar Index, cayendo a 99,92. Al mismo tiempo, los rendimientos de los bonos estadounidenses a 10 años han subido al 4,5 %, reflejando una caída importante en la demanda de los Treasuries.
Según Marco Papic, estratega de BCA Research, «los inversores están dando la espalda a los activos estadounidenses». Este movimiento, que comenzó mucho antes de las tensiones comerciales recientes, se está acelerando. La moneda estadounidense está perdiendo terreno frente al yen, al franco suizo y al euro, indicando una pérdida de confianza estructural.
George Saravelos de Deutsche Bank menciona incluso una «dedolarización rápida», un cuestionamiento del dólar como moneda de reserva mundial. Para la Reserva Federal de Minneapolis, representada por Neel Kashkari, esta caída del dólar en plena guerra comercial es inusual y reveladora de un cambio en las preferencias de los inversores.
Consecuencias económicas en cadena
Más allá de los mercados, la caída del dólar impacta la economía real. Las empresas estadounidenses muy expuestas al internacional ven deteriorada su imagen. Larry Fink, CEO de BlackRock, alerta sobre una «discriminación creciente» contra las grandes marcas estadounidenses.
El aumento de los rendimientos de los bonos, combinado con la caída del dólar, también eleva el costo del servicio de la deuda federal y limita las capacidades presupuestarias de Washington. En el horizonte, el riesgo inflacionario relacionado con los aranceles complica la tarea de la FED, haciendo que cualquier reducción de tasas sea más difícil.
El dólar cae, los bonos se desploman, y los inversores reevaluan el estatus económico de los Estados Unidos. A pesar del reciente máximo histórico del oro a 3,360 dólares, el éxodo de activos ya no es una hipótesis, sino una realidad en marcha.
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