IA: ¿OpenAI abandona sus valores fundacionales, errores estratégicos o elecciones audaces?

OpenAI inicia una nueva etapa histórica. A través de su completa transformación en una entidad con fines de lucro, la empresa, antes pionera en la investigación altruista de la IA, altera su modelo fundacional. Esta decisión, que constituye una ruptura profunda en la historia de OpenAI, se produce en un momento en que las tecnologías relacionadas con la Inteligencia Artificial General (AGI) ocupan un lugar central en los debates científicos y políticos en todo el mundo.

Una reestructuración para atraer inversores

Tras el lanzamiento de su último modelo o1, hace unos días, OpenAI, inicialmente fundada en 2015 como organización sin ánimo de lucro, ahora operará como una corporación con fines de lucro. Esta reestructuración tiene como objetivo atraer nuevos inversores, ya que la empresa se prepara para una recaudación de fondos de 6.5 mil millones de dólares para una valoración estimada de 150 mil millones. Sam ALTMAN, el CEO de OpenAI, recibirá por primera vez acciones de la compañía, un cambio notable en la gobernanza de la organización. La empresa desea centrarse en la construcción de una IA que beneficie a todos, y sus equipos trabajan con el consejo de administración para mantener los objetivos y alcanzar el éxito a pesar de esta transición.

Detrás de esta decisión se esconde una necesidad estratégica: atraer nuevos capitales para respaldar el desarrollo de tecnologías avanzadas. Así, desde el lanzamiento de ChatGPT en 2022, OpenAI ha visto explotar su valor, pero para mantener este ritmo de innovación, la empresa debe asegurar un flujo constante de fondos. Esta reestructuración permite ofrecer garantías más atractivas a los inversores y minimiza las limitaciones de una gobernanza puramente filantrópica. Sin embargo, las dimisiones de figuras clave, como Mira MURATI, CTO de la empresa, y Greg BROCKMAN, cofundador de OpenAI, hacen que esta transición sea compleja.

¿La seguridad de la IA en segundo plano?

Si la transformación de OpenAI está motivada por cuestiones financieras, no deja de plantear preguntas sobre la seguridad de la IA. Una de las decisiones más controvertidas en esta nueva fase es la disolución del equipo «superalignment», un grupo dedicado a la gestión de riesgos a largo plazo relacionados con la Inteligencia Artificial General (AGI). Esta elección ha sido muy criticada por varios actores de la comunidad de seguridad de la IA, que temen que los objetivos a corto plazo, dictados por la búsqueda de beneficios, comprometan la misión inicial de la empresa.

Además, la pérdida de control por parte de la fundación sin ánimo de lucro aplaza los compromisos éticos adquiridos por la empresa en su creación. OpenAI, que se había propuesto desarrollar tecnologías beneficiosas para toda la humanidad, podría ahora priorizar objetivos financieros en detrimento de esta visión. Mientras que las discusiones sobre regulaciones y la supervisión de la IA se multiplican en el mundo, este cambio podría influir en la forma en que los reguladores aborden estas cuestiones sensibles.

Por tanto, esta reestructuración abre una nueva era para OpenAI, pero no sin riesgos. Si la empresa logra atraer a los inversores, también tendrá que enfrentarse a las críticas de aquellos que ven en este giro un abandono de los valores fundacionales. El futuro de OpenAI se jugará en un equilibrio delicado entre innovación, ética y rentabilidad, en un contexto donde los desafíos relacionados con la AGI superan con creces el ámbito comercial.