Elon Musk quiere hacer venir a millones de indios
Elon Musk acaba de cambiar de opinión sobre el tema de la inmigración. Ahora se ha comprometido en una batalla pública para defender las visas H1-B. El multimillonario, que es una figura destacada del movimiento conservador, afirma ahora con vehemencia que estas visas son «esenciales para que América siga ganando».
El giro de Musk sobre la inmigración
Esta posición ha desatado una verdadera guerra civil dentro del movimiento conservador. Ante las críticas, Musk ha reaccionado con virulencia, llegando a declarar que él «saldría a la guerra sobre esta cuestión de una manera que ustedes no pueden entender». Para justificar su posición, recuerda que su propia presencia en los Estados Unidos, así como la de muchos talentos clave de SpaceX y Tesla, se debe al programa H1-B.
Donald Trump mismo parece alinearse con esta posición, declarando al New York Post ser «un ferviente defensor de las visas H1-B» que usa ampliamente en sus propias empresas. Este apoyo inesperado de dos figuras clave del movimiento MAGA ha provocado la ira de conservadores tradicionales como Steve Bannon, quien acusa a Musk de traicionar a los trabajadores estadounidenses.
Esta controversia ilustra perfectamente el análisis de Curtis Yarvin, (un pensador estadounidense de la tecnología) sobre las motivaciones reales detrás de la inmigración calificada: una alianza entre los intereses de las grandes empresas y una determinada visión tecnocrática de la excelencia.
La derecha se divide tras las posiciones de Musk
Su reflexión llega en un contexto tenso, mientras la derecha estadounidense se divide sobre la cuestión de las visas indias y la inteligencia artificial amenaza con alterar el mercado laboral.
La reciente victoria electoral de la «Nueva Derecha» estadounidense no ha sido suficiente para mantener la unidad del movimiento. El debate sobre las visas indias está cavando un profundo abismo entre los racionalistas y los tradicionalistas del movimiento. Para Yarvin, esta división ilustra los límites del marco liberal tradicional en el que ambos bandos permanecen encerrados.
«El liberalismo tal como lo conocemos solo tiene 250 años», recuerda, «una vida más corta que algunas dinastías chinas».
El Estado como una empresa soberana
Yarvin propone una visión radicalmente diferente del Estado moderno. Para él, el gobierno debería ser considerado como una empresa soberana, propietaria de su territorio y de su población. Este enfoque contrasta con la visión liberal tradicional, donde el Estado existe para servir a sus ciudadanos.
«El Estado posee a sus súbditos», afirma sin rodeos, reconociendo el carácter chocante de esta posición para el pensamiento moderno. Considera que esta visión está más cerca de la de Platón que del liberalismo actual. Para él, la nación es el pueblo, y el Estado es su propietario legítimo – de tierras, estructuras y personas.
Esta propiedad implica una dominación exclusiva. Si algunas ramas del Estado pueden a veces proteger al súbdito de otras ramas, el Estado en su conjunto puede hacer lo que quiera con cualquiera de sus súbditos. Allí radica, según Yarvin, la definición misma de la soberanía.
¿El Estado debe cuidar su capital humano nacional?
Para Yarvin, el objetivo de un Estado no debería ser maximizar el PIB, sino optimizar el valor de su capital humano. Compara la situación actual de los Estados Unidos con «un automóvil de alquiler cuyo aceite nadie cambia».
Esta visión implica que el Estado debe proteger y desarrollar su capital humano. Es responsable de su apreciación o depreciación. De hecho, el trabajo, especialmente el trabajo complejo y estimulante que empuja los límites de un oficio o una habilidad, es lo que hace que los seres humanos sean más valiosos.
Una crítica a la inmigración calificada
La posición de Yarvin sobre la inmigración calificada se opone frontalmente a la de su amigo Elon Musk. Considera que el programa de visas H1-B es un «curita» que oculta la incapacidad estadounidense para desarrollar su propio capital humano.
«Estamos succionando toda la energía de apreciación en estos H1-B, que son activos humanos de otro gobierno, mientras nuestro propio capital humano se pudre en el sofá», denuncia. Este enfoque, según él, perjudica a los trabajadores estadounidenses que se encuentran subempleados mientras las empresas importan talentos extranjeros.
También subraya la absurdidad de la situación donde un país del tercer mundo pierde a sus talentos más valiosos mientras necesita mucho más de ellos que los Estados Unidos.
Las motivaciones detrás de la inmigración
Yarvin identifica dos motivaciones principales detrás de la política migratoria: los beneficios de las empresas y la ambición política. En el mejor de los casos, es un medio para que las empresas ahorren dinero usando mano de obra extranjera más barata. En el peor de los casos, es un proyecto destinado a otorgar poder a una pequeña oligarquía «meritocrática» sobre el conjunto de la sociedad.
Sugiere que las empresas deberían darse cuenta de que siempre pueden ganar siendo las mejores, siempre y cuando sus competidores también utilicen la mano de obra nacional. En cuanto a la oligarquía, su sugerencia provocativa es que «debería ser deportada a Marte».
La IA: una inmigración extraterrestre
Yarvin concluye con una advertencia sobre la inteligencia artificial, a la que compara con una «inmigración extraterrestre». En cinco a diez años, advierte, la IA podría hacer obsoleta gran parte de la mano de obra, incluida la calificada.
«Es un mayor destructor de la demanda de mano de obra que el telar y la máquina de vapor juntos», afirma. La IA destruirá la demanda de seres humanos en el mundo desarrollado, el mundo en desarrollo, y probablemente incluso en Marte.
Frente a este desafío, propone una solución radical: restringir deliberadamente la tecnología para mantener la demanda de trabajo humano de calidad.
¿Hacia una revolución anti-tecnológica?
La alternativa a esta restricción tecnológica sería, según Yarvin, un «comunismo lujoso totalmente automatizado» donde la ausencia total de sentido provocaría un colapso moral y luego político de la humanidad.
Este colapso político podría conducir a un suicidio civilizacional, «una subordinación por parte de los bárbaros, y un regreso a niveles tecnológicos preindustriales».
La reflexión de Yarvin pone de relieve los principales desafíos que enfrentan las sociedades modernas: cómo gestionar el capital humano en un mundo globalizado donde las máquinas están reemplazando al hombre en todas las actividades de alto valor añadido.
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Diplômé de Sciences Po Toulouse et titulaire d'une certification consultant blockchain délivrée par Alyra, j'ai rejoint l'aventure Cointribune en 2019. Convaincu du potentiel de la blockchain pour transformer de nombreux secteurs de l'économie, j'ai pris l'engagement de sensibiliser et d'informer le grand public sur cet écosystème en constante évolution. Mon objectif est de permettre à chacun de mieux comprendre la blockchain et de saisir les opportunités qu'elle offre. Je m'efforce chaque jour de fournir une analyse objective de l'actualité, de décrypter les tendances du marché, de relayer les dernières innovations technologiques et de mettre en perspective les enjeux économiques et sociétaux de cette révolution en marche.
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