El Salvador supera los 6 000 BTC : ¿éxito o riesgo?

En el paisaje global de las finanzas, pocas naciones se atreven a adoptar una estrategia tan audaz como la de El Salvador. Bajo la dirección de su presidente Nayib Bukele, este país de América Central se impone como un precursor en la adopción de criptomonedas. Gracias a alcanzar la cifra simbólica de 6,000 BTC acumulados, El Salvador no solo refuerza su compromiso con el bitcoin, sino que también aspira a transformar esta criptomoneda en un pilar de su estrategia económica y diplomática. Esta apuesta inédita provoca tanto la admiración de los partidarios de las finanzas descentralizadas como las críticas de las instituciones internacionales, que advierten sobre los riesgos asociados a tal exposición.

Las adquisiciones recientes : El Salvador alcanza los 6,000 BTC

El 29 de diciembre, El Salvador superó un nuevo umbral gracias a la adición de un bitcoin a su cartera nacional. Esta adquisición eleva las reservas del país a 6,000.77 BTC, un valor estimado en 569.3 millones de dólares al precio actual. Desde 2021, cuando el país se convirtió en pionero al adoptar el bitcoin como moneda de curso legal, el gobierno ha seguido una política de compras regulares, fortaleciendo así su posición única en la escena mundial de las criptomonedas. Así, según la Oficina Nacional de Bitcoin, estas compras se realizaron a un costo promedio de 45,450 dólares por unidad, lo que genera un rendimiento notable del 108.02 %.

Esta nueva inversión se produce en un contexto donde las decisiones económicas del presidente Nayib Bukele continúan dividiendo la opinión internacional. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha renovado sus advertencias e insta al país a reducir su exposición a las criptomonedas. A pesar de estas críticas, Stacy Herbert, directora de la Oficina Nacional de Bitcoin, ha afirmado en una publicación en X (anteriormente Twitter) el 19 de diciembre de 2024 que el bitcoin «sigue siendo nuestra estrategia principal». Esta declaración refleja la determinación de El Salvador de mantener su trayectoria, a pesar de las dudas expresadas por instituciones financieras globales.

Una estrategia audaz : entre apoyo nacional y críticas internacionales

El Salvador se afirma ahora como un miembro de pleno derecho de un círculo exclusivo de naciones, junto a Estados Unidos, China, Reino Unido, Ucrania y Bután, que poseen más de 6,000 BTC. Este posicionamiento refleja una estrategia ambiciosa que busca situar al país en el centro de la criptosfera mundial con vistas a atraer inversiones extranjeras. En este sentido, el gobierno Bukele ha multiplicado las iniciativas, incluyendo la formación de asociaciones estratégicas. Entre ellas, el acuerdo con Bitget tiene como objetivo fortalecer la infraestructura cripto local y fomentar una adopción amplia de estos activos entre la población.

Sin embargo, esta política continúa provocando duras críticas en la escena internacional. El acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), por un monto de 1.4 mil millones de dólares, sigue bajo tensión, ya que el FMI exige que el país limite su exposición al bitcoin. Paralelamente, surgen numerosas interrogantes respecto a la gestión de la «Chivo Wallet», una aplicación desarrollada por el Estado para facilitar las transacciones en bitcoin. Según las últimas declaraciones, esta solución podría ser reemplazada por alternativas privadas, lo que suscita dudas sobre la continuidad de los esfuerzos públicos para regular el uso de las criptomonedas. Estos desafíos ilustran la complejidad de tal iniciativa, que es tanto fuente de oportunidades económicas como de controversias políticas.

La estrategia adoptada por El Salvador plantea interrogantes sobre su viabilidad económica a largo plazo y las posibles consecuencias para su soberanía financiera. A través de sus inversiones en bitcoin a pesar de las advertencias de organizaciones internacionales como el FMI, el país se posiciona como un laboratorio único para la integración nacional de las criptomonedas. Esta elección, audaz pero controvertida, podría tanto reforzar la atractivo económico de El Salvador como acentuar sus fragilidades financieras y diplomáticas.