El oro supera la barrera de los 2,500 $: ¿Puede sorprender aún más después de este récord histórico?

Mientras los mercados financieros tambalean bajo el peso de las incertidumbres económicas y las tensiones geopolíticas, el oro, ese metal milenario, continúa afirmándose como el último refugio. Recientemente impulsado a un máximo histórico por encima de los 2,500 dólares la onza, el oro no deja de captar la atención de los inversores. Pero, ¿podría continuar este ascenso fulgurante, e incluso amplificarse, de aquí a fin de año?

Un nuevo máximo para el oro

La semana pasada, el oro alcanzó una etapa crucial al llegar a un nuevo máximo histórico de 2,509 dólares la onza. Este umbral, anticipado durante mucho tiempo por los analistas, se superó en un contexto donde los mercados mundiales están dominados por la incertidumbre. La publicación de estadísticas económicas decepcionantes en Estados Unidos, especialmente en el sector de la vivienda, desencadenó una oleada hacia el metal precioso, percibido como un valor refugio imprescindible en períodos de turbulencia. Frente a perspectivas económicas sombrías e inflación persistente, los inversores se han precipitado hacia el oro, reforzando su estatus como activo de seguridad por excelencia.

Este nuevo despegue del metal amarillo solo se entiende completamente teniendo en cuenta el clima geopolítico actual. Las tensiones crecientes en Oriente Medio, exacerbadas por el conflicto israelí-palestino y la guerra en Ucrania, han añadido una capa adicional de incertidumbre. Para Quasar Elizundia, estratega en Pepperstone, el oro podría apuntar a los 2,700 dólares la onza a medio plazo. Una previsión que refleja una mayor confianza en el potencial alcista del metal, respaldada por fundamentos robustos y escenarios macroeconómicos que juegan a su favor.

¿Hacia nuevos máximos? Factores a seguir

De hecho, la euforia en torno al oro podría no detenerse en este reciente pico histórico. Si examinamos las dinámicas en juego, varios factores sugieren que el oro podría alcanzar nuevos máximos de aquí al final del año. Las crecientes expectativas de una flexibilización monetaria por parte de la Reserva Federal de EE. UU., en respuesta a las señales de desaceleración económica, constituyen un importante impulsor para un nuevo aumento del precio. La perspectiva de una disminución de las tasas de interés podría debilitar el dólar al tiempo que hace que el oro, un activo no remunerado, sea más atractivo para los inversores que buscan seguridad en un entorno económico incierto.

MÁS allá de los factores económicos, el clima geopolítico sigue siendo un elemento clave a seguir. Las tensiones en Oriente Medio, especialmente en torno a Gaza , así como la intensificación del conflicto en Ucrania, continúan pesando fuertemente en los mercados mundiales. El riesgo de una escalada de estos conflictos, con repercusiones potenciales en la economía global, podría aumentar aún más la demanda de oro. Los inversores, ya escaldados por la inestabilidad, podrían volverse aún más hacia el metal precioso, aumentando así la presión alcista sobre su precio. Sin embargo, esta perspectiva alcista está lejos de estar exenta de riesgos. Una disminución de las tensiones o una recuperación económica más vigorosa de lo previsto podría frenar esta dinámica.