¿El Bitcoin hecho en Francia? Normandía podría albergar su primera granja de minería

Normandía podría pronto albergar la primera granja de minería de bitcoin en Francia, financiada por el Sultanato de Omán. Este proyecto singular, en la intersección de los desafíos energéticos, tecnológicos y geopolíticos, cristaliza las ambiciones francesas en la economía digital. En un momento en que la soberanía energética se vuelve central, esta iniciativa plantea preguntas sobre el lugar que Francia quiere ocupar en el ecosistema global de las criptomonedas.

Normandía, nuevo terreno para la minería de bitcoin

Durante una intervención pública, Hervé Morin, presidente de la región de Normandía, confirmó las discusiones avanzadas con el Sultanato de Omán sobre un proyecto de granja de minería de bitcoin:

Estamos trabajando con el Sultanato de Omán en la instalación de una granja de minería de bitcoin.

El anuncio constituye un hito para Francia, donde ninguna infraestructura industrial de este tamaño ha visto la luz en el sector de la minería.

El proyecto se integra en un marco diplomático y económico más amplio. De hecho, el sultanato busca fortalecer su presencia en el ecosistema global del bitcoin, tras inversiones similares en Estados Unidos a través de la empresa Exahertz.

Normandía ofrece un entorno logístico y energético propicio, que podría marcar la diferencia frente a otros candidatos potenciales:

• Energia barata y baja huella de carbono: la región es alimentada por el EPR de Flamanville y se beneficiará de la futura central nuclear de Penly, lo que asegura una capacidad de suministro estable y descarbonizada;
• Un clima templado: las condiciones meteorológicas limitan las necesidades de refrigeración de las máquinas, lo que reduce los costos de operación;
• La proximidad de las infraestructuras industriales: una ventaja en términos de logística, conexión eléctrica y acceso a servicios técnicos especializados;
• Una apertura política local: Hervé Morin ha expresado públicamente su apoyo al proyecto. Además, el entorno institucional es favorable a la innovación.

Estos factores combinados colocan a Normandía en una posición estratégica para convertirse en un hub de minería de bitcoin en Europa, siempre que las negociaciones avancen y se obtengan las autorizaciones administrativas.

¿Hacia una estructuración industrial de la minería en Francia?

Hervé Morin no solo ha mencionado una posibilidad teórica. «Creo que esto se va a hacer», afirmó él. Estas declaraciones sugieren que las discusiones con el sultanato de Omán están bastante avanzadas.

Esta certeza sugiere que los desafíos superan la simple experimentación. Sería un proyecto estructurante, susceptible de sentar las bases de una cadena industrial de minería en territorio francés.

Hasta ahora, la minería de criptomonedas se había mantenido marginal en el Hexágono, principalmente limitada a iniciativas individuales o semi-profesionales, obstaculizadas por el costo de la electricidad y un marco regulatorio aún difuso.

La implicación de un estado extranjero, en este caso Omán, cambia las reglas del juego. El sultanato ya ha invertido en minería en Estados Unidos, particularmente a través de la empresa Exahertz. Su estrategia parece insertarse en una lógica geoeconómica global: capitalizar la experiencia adquirida en el extranjero para imponerse como un actor de referencia en la infraestructura blockchain mundial.

De este modo, Francia podría convertirse en un puente europeo de esta estrategia, con miras a beneficiarse de los retornos tecnológicos y económicos, siempre que el proyecto se integre en un marco regulatorio claro.

No obstante, este proyecto plantea varias interrogantes: ¿cuál será la gobernanza de una granja así? ¿Qué garantías en términos de transparencia y seguridad energética? ¿Y cómo será percibida esta iniciativa por las autoridades francesas y europeas, en un momento en que el Pacto Verde Europeo impulsa una sobriedad digital? Si el proyecto se concreta, podría desencadenar una reconfiguración del enfoque francés sobre las criptomonedas, lo que obligaría a instituciones y empresas a reconsiderar su posicionamiento sobre la minería a nivel industrial. ¿Sabrá la Francia transformar esta oportunidad en un motor de innovación y soberanía tecnológica?