Economía: Canadá se une a la UE en la guerra comercial contra China sobre vehículos eléctricos

Canadá acaba de echar más leña al fuego. El anuncio del Primer Ministro Justin Trudeau de imponer un arancel del 100 % a los vehículos eléctricos (VE) importados de China, incluidos los modelos Tesla fabricados en Shanghái, constituye un paso decisivo en la política comercial de su país. Esta decisión se produce en un clima de crecientes tensiones entre las grandes potencias económicas mundiales, donde cada nueva medida arancelaria corre el riesgo de provocar importantes trastornos en los mercados financieros y complicar aún más las relaciones diplomáticas.

La nueva política arancelaria canadiense

El gobierno canadiense ha anunciado la entrada en vigor de una nueva tasa del 100 % sobre algunas importaciones, prevista para el 1 de octubre. Esta medida, justificada por Ottawa como una respuesta necesaria a las prácticas de sobreproducción de China, se alinea con las políticas similares de Estados Unidos y la Unión Europea. Canadá acusa a China de buscar dominar los mercados internacionales de manera desleal, lo que ha llevado a esta firme decisión.

En 2023, las importaciones de vehículos chinos al puerto de Vancouver explotaron un 460 %, especialmente debido a los envíos de los modelos Tesla fabricados en Shanghái a Canadá. Una situación que ilustra claramente la creciente influencia de las estrategias comerciales chinas en el mercado canadiense y que refleja las recientes tensiones entre China y la Unión Europea con respecto a los aranceles sobre los coches eléctricos.

Además, este nuevo impuesto tiene como objetivo fomentar las inversiones en la cadena de suministro local de vehículos eléctricos. Canadá busca así posicionarse como un actor importante en este sector en plena expansión.

Reacciones de China y posibles consecuencias para la economía canadiense

La respuesta china no se hizo esperar. El portavoz de la embajada china en Ottawa denunció de inmediato este impuesto como una medida «protectionista» y «políticamente dominante». Acusa a Canadá de violar las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Las consecuencias de esta decisión para las relaciones comerciales entre Canadá y China podrían ser severas. Como segundo socio comercial de Canadá después de Estados Unidos, China podría considerar represalias dirigidas a las exportaciones estratégicas canadienses, como el petróleo, la canola y otras materias primas. Además, esta situación podría obligar a los fabricantes de automóviles, como Tesla, a revisar sus estrategias de producción y logística, lo que provocaría un aumento de los costos y trastornos en la cadena de suministro.

A través de esta significativa decisión, Canadá adopta una postura audaz en su política comercial. Sin embargo, corre el riesgo de provocar repercusiones en el mercado mundial de vehículos eléctricos y en las relaciones internacionales, especialmente frente a una China siempre lista para responder con medidas explosivas.