Cripto: Europa alerta sobre un riesgo sistémico a pesar de MiCA
Las criptomonedas han pasado del estatus de parias digitales al de productos de inversión serios. Pero a medida que sus volúmenes explotan y los bancos comienzan a prestarles atención, se establece otra dinámica: la del miedo institucional. Europa, que pensaba haber asegurado el terreno con MiCA, comienza a dudar. Un informe de la ESMA vuelve a poner el tema en la máquina de preocupaciones: la cripto podría hacer temblar más que una cartera.
La advertencia de la ESMA: señales rojas en un fondo de euforia
La Autoridad Europea de Mercados Financieros (ESMA), autora de un reciente debate sobre la ley MiCA, es clara: el auge de los criptoactivos, aún relegados a 1 % de los activos financieros mundiales, ya no es un juego de nicho. Con 3 billones de euros de capitalización acumulada, el mercado comienza a tener peso. Tanto más que las interconexiones entre cripto y finanzas tradicionales se intensifican: ETF en pleno auge, stablecoins convertidos en sistema de pago alternativo y una creciente afluencia de ahorradores en busca de rendimiento.
Y como para echar un balde de agua fría sobre este entusiasmo, la ESMA recuerda:
Existen riesgos reales para los inversores de perder gran parte, incluso la totalidad, de su inversión.
Añada a esto una memoria aún viva de los fiascos de FTX, Terra y Celsius, y obtendrá un cóctel propicio para otra crisis. Una crisis que nadie podrá decir que no vio venir.
MiCA: ¿el escudo europeo agrietado?
Adoptado como un chaleco antibalas, el reglamento MiCA (Markets in crypto-Assets) debía aportar una capa de protección al ahorrador europeo. Sobre el papel, regula los PSAN, impone reglas a los emisores de stablecoins, y introduce una licencia cripto a escala de la UE.
Pero en los pasillos de la ESMA, la conclusión es más matizada: MiCA no protege tanto como MiFID II.
No hay obligación de pruebas de idoneidad para los inversores, pocos salvaguardias en materia de asesoría, y una regulación de los stablecoins aún tímida.
El tweet de Roderik (@r0derik) resume bien la fractura:
Los Estados Unidos prohíben lo que Europa regula.
La comparación con el STABLE Act estadounidense es impactante: donde Washington prohíbe los intereses sobre stablecoins y prohíbe los algoritmos por dos años, Bruselas opta por un marco regulatorio flexible.
¿Una filosofía más permisiva… pero más arriesgada?
Vínculos reforzados con las finanzas tradicionales: ¿hacia un riesgo sistémico?
Jugando con los fósforos, el fuego eventualmente se enciende. Eso es lo que teme la ESMA, que ve con malos ojos los puentes que se construyen entre cripto y finanzas clásicas. Los bancos europeos, por ahora cautelosos, podrían dejarse tentar por la exposición indirecta, a través de ETF o derivados. En caso de default en el mundo cripto, el efecto dominó no está excluido.
Y como un recordatorio incómodo, los reguladores mencionan las pérdidas colosales sufridas por los inversores minoristas durante la caída del mercado en 2022: -70 % en un año. Sin hablar de las estafas y manipulaciones, siempre omnipresentes en las plataformas no reguladas.
El BCE, en eco a la ESMA, hace un llamado a una supervisión reforzada. Porque hoy, la cripto no solo trastoca las monedas: coquetea con el corazón del sistema financiero.
El fin de semana pasado, el mercado cripto brillaba intensamente. Pero la ESMA, como buen bombero europeo, prefiere recordar que no todas las llamas son beneficiosas. MiCA no es un cortafuegos absoluto, y las crecientes interconexiones con las finanzas tradicionales despiertan los fantasmas de 2008. Si Europa quiere evitar otra crisis sistémica, es mejor vigilar estos activos tan seductores como volátiles.
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