China y Rusia alcanzan un récord comercial de 240.000 millones de euros

Las relaciones económicas mundiales evolucionan bajo la influencia de las tensiones geopolíticas y los reacomodamientos estratégicos de las grandes potencias. En este contexto, China y Rusia consolidan su asociación comercial, que alcanza un récord histórico de 240 mil millones de euros en 2024. Este impulso ilustra un acercamiento estratégico reforzado por las sanciones occidentales contra Moscú y la voluntad de Pekín de extender su influencia. Más que una simple alianza económica, esta cooperación envía una señal clara a los Estados Unidos y a la Unión Europea, que buscan limitar su poder en la escena mundial. Así, el auge de los flujos comerciales, el incremento del uso del yuan en las transacciones y la reestructuración de los circuitos financieros internacionales plantean ahora la cuestión de las consecuencias a largo plazo de este entendimiento sino-ruso.

Un comercio bilateral en plena expansión a pesar de las sanciones

Los intercambios comerciales entre China y Rusia han alcanzado un nivel récord de 240 mil millones de euros en 2024, con un crecimiento del 2 % respecto al año anterior, según los datos oficiales de las aduanas chinas. Aunque este progreso es más moderado que en 2023, donde el aumento alcanzó el 26,3 %, confirma la solidez de la asociación económica entre los dos países. Desde el comienzo del conflicto en Ucrania, la cooperación sino-rusa ha adquirido una nueva dimensión. De hecho, Moscú busca mercados alternativos frente a las sanciones occidentales mientras Pekín adopta una postura de neutralidad estratégica, lo que le permite mantener e incluso aumentar sus relaciones con Rusia.

En este contexto, las exportaciones rusas hacia China se basan principalmente en hidrocarburos y materias primas, cuyo valor superó los 94 mil millones de dólares en 2023. El petróleo, el gas y los minerales constituyen la mayor parte de los productos enviados al mercado chino, lo que asegura a Moscú ingresos indispensables para su economía, mientras Europa reduce progresivamente su dependencia del gas ruso y apunta a una suspensión total para 2027. A cambio, China intensifica sus exportaciones de bienes manufacturados y tecnológicos, e incluso consolida su papel de proveedor clave para la industria rusa, que sufre los efectos de las sanciones y las restricciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea. Esta interdependencia refuerza el acercamiento económico entre las dos naciones, lo que redefine sus alianzas frente a las presiones externas.

La dedolarización y las tensiones económicas mundiales

La evolución de los intercambios sino-rusos va más allá de los volúmenes comerciales. La creciente presencia del yuan en estas transacciones marca un cambio importante. Ahora, la moneda china domina los pagos bilaterales, lo que refleja una intención conjunta de reducir la dependencia del dólar estadounidense. Esta transición beneficia directamente a Pekín, que busca internacionalizar su moneda, y a Moscú, que lo ve como un medio para protegerse contra las sanciones occidentales. Según un análisis del Cepii (Centro de Estudios Prospectivos e Internacionales), la gradual dedolarización de la economía rusa ha permitido al rublo recuperar cierta estabilidad, después de haberse depreciado fuertemente en 2022 a raíz de las sanciones financieras.

Este reequilibrio monetario se integra en un contexto global caracterizado por un aumento de las tensiones económicas. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca podría perturbar aún más la economía china. De hecho, el presidente electo ya ha anunciado su intención de aumentar considerablemente los aranceles sobre las importaciones chinas, con tarifas que oscilan entre el 10 % y el 20 % en todos los productos y que pueden alcanzar el 100% en algunos bienes estratégicos. Una política comercial de este tipo amenazaría directamente las exportaciones chinas, ya debilitadas por las restricciones tecnológicas estadounidenses. Ante esta incertidumbre, Pekín podría reforzar aún más su asociación con Moscú, que busca compensar posibles pérdidas en el mercado estadounidense a través de la consolidación de su influencia en Eurasia. Sin embargo, esta estrategia implica riesgos, incluyendo una sobreexposición de la economía china a las fluctuaciones rusas y un deterioro adicional de las relaciones con Washington, que podría acelerar la fragmentación de los intercambios mundiales en bloques económicos competitivos.

El acercamiento económico entre China y Rusia rediseña los equilibrios comerciales mundiales. Mientras Moscú busca eludir las sanciones occidentales, Pekín refuerza su influencia a través de la diversificación de sus alianzas. Esta dinámica impulsa a las grandes potencias a reevaluar sus estrategias económicas y monetarias, en un contexto donde el ascenso del yuan y la dedolarización modifican los circuitos financieros internacionales. Si esta cooperación ofrece a los dos países una alternativa a las presiones estadounidenses y europeas, también podría avivar las tensiones comerciales y diplomáticas, especialmente frente a Estados Unidos, que considera nuevas restricciones sobre las importaciones chinas. A largo plazo, esta alianza sino-rusa podría acelerar la fragmentación de la economía mundial, lo que acentuaría la polarización entre bloques económicos competitivos.