China: ¿hacia la bancarrota en 2025?
A raíz del colapso del sector inmobiliario chino, que representaba el 30% del PIB del país, China se dirige hacia la recesión. ¿Está China a punto de experimentar su «crisis de 2008»?
¿Qué pensaría Mao de China?
Imaginen por un momento al terrible Mao Zedong, padre fundador de la China moderna, despertando de su largo sueño para observar la economía china de hoy en día.
Sin duda, le sería difícil reconocer su país. Rascacielos hasta donde alcanza la vista, coches eléctricos silenciosos recorriendo las calles y robots repartidores distribuyendo fideos instantáneos a los cuatro rincones de las megaciudades. El «Gran Salto Adelante» evidentemente ha tomado una dirección inesperada.
Sin embargo, a pesar de estos signos exteriores de modernidad, la economía china atraviesa una zona de turbulencias. ¡Y no es poca cosa!
¿Cómo se encuentra realmente China?
Las cifras oficiales, usualmente tan suaves como un tofu, tienen dificultades para ocultar la realidad de la desaceleración. El crecimiento del PIB en el segundo trimestre de 2024 alcanzó solo el 3,2%, una cifra que haría envidiar a muchas economías occidentales, pero que está muy lejos de los ambiciosos objetivos del gobierno chino.
Las ventas al por menor están estancadas, como si los chinos hubieran decidido repentinamente hacer una huelga de consumo.
Pero la cifra que realmente da escalofríos a los dirigentes chinos es la tasa de desempleo juvenil que ha saltado al 21%.
¡Uno de cada cinco jóvenes sin empleo!
Por su parte, la bolsa china parece haber cogido un resfriado fuerte. El índice CSI 300 ha perdido cerca del 7% desde el comienzo del año, encaminándose hacia un cuarto año consecutivo de caída. Esto mientras los mercados mundiales se recuperan.
¿Cuál es el origen de estos males?
El estallido de la burbuja inmobiliaria, que comenzó en 2021, desempeña el papel del villano en esta historia. El sector, que representaba casi el 30% del PIB chino (sí, leíste bien, ¡30%!), se desplomó debido a las restricciones impuestas por el gobierno.
El objetivo era loable: limitar el endeudamiento de los promotores que construían ciudades enteras para habitantes fantasmas. Resultado: cientos de proyectos detenidos y grúas en pausa, mientras muchas empresas del sector juegan a «¿quién caerá en bancarrota primero?».
¿Cuál ha sido la respuesta de Xi Jinping ante esta crisis monumental? Redirigir los recursos del sector inmobiliario hacia la industria manufacturera avanzada.
¡Adiós a los apartamentos vacíos, bienvenidas las «nuevas fuerzas productivas»! Vehículos eléctricos, baterías, bioproducción, drones… Xi sueña con una China de alta tecnología, creadora de empleos de alta productividad y autosuficiente ante las presiones estadounidenses.
Hacia una recesión en China
Todos los signos de una recesión están presentes en China. La inflación ha caído a territorio negativo desde hace varios meses. Las tasas de interés nominales también caen, signo de que nadie cree realmente en una recuperación rápida.
La crisis inmobiliaria ha debilitado la demanda global china, y esto por varias razones. En primer lugar, ha debilitado el sistema bancario del país. Muchos bancos locales han prestado sumas astronómicas a los «vehículos de financiación de los gobiernos locales», entidades con nombres complejos creadas para financiar infraestructuras.
Estos préstamos, garantizados por el valor de los terrenos, se han vuelto extremadamente arriesgados. Resultado: los bancos, debilitados, reducen la concesión de nuevos créditos.
En segundo lugar, el efecto riqueza negativo impulsa a los hogares a ahorrar. El sector inmobiliario constituía el principal activo de los chinos. Su depreciación los hace más prudentes en sus gastos. Además, muchos ahorradores han invertido en productos de gestión patrimonial respaldados por el sector inmobiliario, cuyo valor está colapsando.
Finalmente, la deflación agrava el problema de la deuda. Con ingresos y precios en baja, el peso real de los reembolsos aumenta. Es como si tu sueldo disminuyera pero tu alquiler se mantuviera igual. Esto impulsa a los hogares y empresas a reducir aún más sus gastos, alimentando un círculo vicioso deflacionario.
¿Hacia políticas de estímulo para evitar el colapso?
Ante esta situación preocupante, la mayoría de los economistas llaman a un plan de estímulo masivo centrado en el consumo. En resumen, quieren que el gobierno chino juegue a Santa Claus y distribuyan yuanes generosamente para incitar a la gente a consumir.
Pero el gobierno central duda en dar el paso.
Otra opción sería abordar las causas profundas de la debilidad de la demanda. Esto implicaría rescatar a los bancos para sanear sus balances y reiniciar el crédito. Una vez más, los dirigentes chinos parecen reacios, quizás por miedo a crear un precedente o a admitir públicamente la magnitud del problema.
Sin embargo, es la combinación de medidas de estímulo y rescates bancarios lo que permitió a Estados Unidos evitar una década de recesión tras la crisis de 2008.
Contrariamente a las previsiones pesimistas que anunciaban una nueva Gran Depresión, la economía estadounidense volvió a un sólido crecimiento ya en 2012.
Xi Jinping y sus partidarios están convencidos de poder microgestionar la economía para superar todos los obstáculos. Es un poco como si un director de orquesta pensara que puede controlar cada nota tocada por cada músico. Pero la Historia nos enseña que la macroeconomía no se comporta de esa manera. Al negarse a desplegar un plan de estímulo, China corre el riesgo de aprenderlo por las malas.
Un envejecimiento demográfico preocupante en China
El desafío es aún mayor porque la población envejece rápidamente. Los chinos de mediana edad ahorran masivamente en previsión de la jubilación, conscientes de que no podrán contar con el apoyo de su hijo único.
La política del hijo único, si bien permitió controlar el crecimiento demográfico, ahora se vuelve en contra de la economía china. Sin embargo, los ahorros de los futuros jubilados, principalmente invertidos en el sector inmobiliario, se derriten como nieve al sol. Estos pobres chinos, que imaginaban tener unos ahorros para su jubilación, los ven reduciéndose…
En este contexto, sería necesario un plan de estímulo del consumo de una magnitud considerable. Imaginen tener que convencer a millones de chinos preocupados por su jubilación de gastar su dinero en lugar de ahorrarlo. Un desafío que el gobierno chino no parece dispuesto a asumir por el momento.
A menos que haya un cambio radical en la política económica, China podría enfrentar un largo período de crecimiento anémico.
Las consecuencias serían mayúsculas, tanto para la economía mundial como para la estabilidad política del régimen. Saber que la segunda economía mundial está descarrilando, rara vez es una buena noticia…
El tiempo se agota para Xi Jinping si quiere evitar que su «sueño chino» se convierta en una pesadilla económica. El mundo entero tiene los ojos puestos en las turbulencias económicas que atraviesa China. Si el país no se recupera y continúa hundiéndose en la recesión, toda la economía mundial corre el riesgo de caer con ella.
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Cada día trato de enriquecer mis conocimientos sobre esta revolución que permitirá a la humanidad avanzar en su búsqueda de libertad.
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