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BRICS suma 14 países y el 51 % de la población mundial

Vie 03 Ene 2025 ▪ 7 min de lectura ▪ por Luc Jose A.
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El centro de gravedad de la economía mundial se está desplazando gradualmente hacia nuevas alianzas. Frente al agotamiento de las instituciones occidentales, otro bloque consolida su influencia. Desde el 1er de enero de 2025, los BRICS han dado un nuevo paso con la incorporación de nueve estados socios. Esta expansión, decidida durante la cumbre de Kazán en octubre de 2024, refuerza su peso político y económico, y amplía su dominio sobre los mercados emergentes. Desde ahora, la organización aglutina el 51 % de la población mundial y genera el 40,4 % del PIB global en paridad de poder adquisitivo.

Una multitud inmensa con banderas de los países BRICS, simbolizando su dominación demográfica.

Una expansión estratégica para fortalecer la influencia de los BRICS

La expansión de los BRICS se concretó el 1er de enero de 2025, lo que constituye un nuevo paso en la evolución del grupo. Esta decisión, formalizada durante la cumbre de Kazán en octubre de 2024, responde a una voluntad de extender la influencia de las potencias emergentes en la escena internacional. Desde ahora, nueve nuevos estados socios se unen a la organización: Bielorrusia, Bolivia, Indonesia, Kazajistán, Cuba, Malasia, Tailandia, Uganda y Uzbekistán.

Estos países no obtienen el estatus de miembros plenos, pero acceden a derechos de participación ampliados. Ahora están invitados a las sesiones extraordinarias de las cumbres, así como a las reuniones ministeriales, donde pueden contribuir a las declaraciones finales y a las decisiones estratégicas del grupo. Esta expansión refleja la ambición de los BRICS de aumentar su papel en la gobernanza mundial, gracias a la integración de nuevos actores de tres continentes.

Para la presidencia brasileña, esta expansión tiene como objetivo «consolidar el lugar de las economías emergentes en la escena mundial» y «fortalecer la cooperación Sur-Sur». Con la inclusión de naciones clave del sudeste asiático, América Latina y África, los BRICS diversifican su influencia y refuerzan sus alianzas regionales. Entre los nuevos socios, Indonesia se destaca por su peso demográfico. Con 280 millones de habitantes, se convierte en el tercer país más poblado del grupo, justo detrás de China y India. Además, junto a ella, Tailandia y Malasia aportan una base económica que supera la de Sudáfrica, lo que destaca el ascenso gradual del sudeste asiático dentro de la alianza.

La integración de estos nuevos estados confirma el ascenso de los BRICS y su voluntad de reequilibrar las relaciones de poder globales. Sin embargo, esta expansión también presenta nuevos desafíos, especialmente en términos de gobernanza y coordinación política, que podrían complicar el funcionamiento del grupo.

Los desafíos de una expansión con ambiciones divergentes

La expansión de los BRICS representa un avance importante, pero también informa sobre las divergencias internas y las dificultades de coordinación dentro del grupo. Aunque esta primera ola de integración ha permitido ampliar la influencia del bloque, también revela los límites de su expansión. Varios países invitados no han seguido adelante, lo que subraya los intereses a veces contradictorios entre los miembros y los estados candidatos.

Arabia Saudita, aunque ha sido cortejada durante más de un año, aún no ha oficializado su adhesión. Esta reticencia refleja tensiones estratégicas, especialmente en lo que respecta a las relaciones energéticas y monetarias. Por su parte, Argentina, bajo la presidencia de Javier Milei, decidió retirarse del proceso en diciembre de 2023, unas semanas después de la elección del presidente ultraliberal. Este giro se explica por un deseo declarado de estrechar lazos con las instituciones occidentales en lugar de buscar anclarse en una alianza dominada por China y Rusia.

Uno de los principales desafíos de los BRICS será armonizar las ambiciones económicas y políticas de un grupo cada vez más diverso. Así, la integración de socios de perfiles variados, como Cuba e Indonesia, complica la toma de decisiones. Por un lado, algunos estados adoptan un enfoque dirigista de su economía, mientras que otros apuestan por una apertura al mercado global. Esta heterogeneidad puede obstaculizar la eficacia del grupo, especialmente en cuestiones clave como la dedolarización del comercio internacional o la reforma de las instituciones financieras globales.

Ante estos desafíos, la presidencia brasileña insiste en la necesidad de «federar las voces de los países en desarrollo» para defender mejor sus intereses comunes. Sin embargo, las divergencias en las trayectorias económicas y las diferencias en la gobernanza podrían ralentizar la adopción de una estrategia unificada frente a las grandes potencias occidentales. A medida que la organización crece, la cuestión de su cohesión interna se vuelve imperativa. Una expansión adicional, si no se acompaña de una reforma institucional, podría debilitar la capacidad de los BRICS para influir eficazmente en el orden económico mundial.

La integración de estos nueve nuevos socios confirma la ambición de los BRICS de extender su influencia sobre zonas estratégicas. Sin embargo, esta expansión plantea interrogantes sobre la eficacia de la gobernanza del grupo. Cuanto más se expande el bloque, más se hacen oír los llamados a una institucionalización reforzada para evitar una fragmentación de intereses. En este contexto, la redefinición del sistema monetario internacional y la creación de alternativas al dólar siguen siendo objetivos importantes. Sin embargo, la diversidad de las trayectorias económicas complica la implementación de una estrategia común. Sin una coordinación más rigurosa, la magnitud de esta alianza podría ralentizar su capacidad para competir con las grandes potencias. Así, si los BRICS logran consolidar su unidad y superar estos desafíos, podrían modificar de manera duradera el equilibrio económico mundial y afirmarse como un contrapeso sólido ante las instituciones dominadas por Occidente.

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Luc Jose A.

Diplômé de Sciences Po Toulouse et titulaire d'une certification consultant blockchain délivrée par Alyra, j'ai rejoint l'aventure Cointribune en 2019. Convaincu du potentiel de la blockchain pour transformer de nombreux secteurs de l'économie, j'ai pris l'engagement de sensibiliser et d'informer le grand public sur cet écosystème en constante évolution. Mon objectif est de permettre à chacun de mieux comprendre la blockchain et de saisir les opportunités qu'elle offre. Je m'efforce chaque jour de fournir une analyse objective de l'actualité, de décrypter les tendances du marché, de relayer les dernières innovations technologiques et de mettre en perspective les enjeux économiques et sociétaux de cette révolution en marche.

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