¿Bitcoin en reserva? ¡De ninguna manera, sentencia el Banco Nacional Suizo!
¿Tiene el bitcoin un lugar en las reservas nacionales? Para el Banco Nacional Suizo, la respuesta es clara: no. Entre la volatilidad excesiva y la falta de liquidez, el BNS rechaza la idea de integrar la criptomoneda en su balance, a pesar de la presión de los defensores del bitcoin.
La esquizofrenia helvética: entre la innovación del bitcoin y el conservadurismo
Mientras la Casa Blanca abre sus puertas para una cumbre histórica el 7 de marzo, Suiza ofrece un espectáculo contrastante.
Por un lado, ciudades como Lugano o Zug coquetean con la utopía de las criptomonedas, transformando el franco en un stablecoin virtual. Por el otro, el BNS se mantiene firme en sus posiciones, enfatizando que el bitcoin sigue siendo un «fenómeno de nicho».
Schlegel no se guarda sus palabras: «Demasiado inestable, demasiado frágil, demasiado… software». Una confesión sorprendente en un país donde los bancos privados gestionan fortunas en activos mucho más opacos.
Sin embargo, detrás de estos argumentos técnicos se esconde una desconfianza visceral. Para el BNS, aceptar bitcoin en reserva equivaldría a legitimar una moneda fuera de control.
«El franco suizo no teme la competencia», asegura Schlegel. ¿De verdad? Entre líneas, se adivina un temor: el de ver el oro digital roer el prestigio de una moneda refugio. Ironía del destino: el franco, respaldado por un 40 % de oro, rechaza un activo a menudo comparado… con el metal precioso.
El forcejeo político se intensifica. Frente al BNS, la iniciativa 2B4CH intenta imponer el bitcoin por referéndum. Objetivo: recolectar 100,000 firmas antes de 2026. Una cifra simbólica en un país donde el 1,11 % de la población es suficiente para hacer temblar a las instituciones.
Pero Schlegel permanece impasible: «Los errores de software no forman parte de nuestra política monetaria.» Un argumento que suena como un rechazo a zambullirse en lo desconocido.
Guerra de símbolos: Suiza, espejo de un mundo dividido
Este debate trasciende los Alpes. El Salvador apostó todo por el bitcoin, la República Checa duda, Polonia cierra la puerta.
Suiza, por su parte, encarna una paradoja: pionera de las criptos en lo privado, guardiana de la ortodoxia en lo público. Schlegel lo reconoce a medias: «El mercado vale 3 billones, pero sigue siendo marginal.» ¿Marginal? No para el 15 % de los suizos que ya poseen criptomonedas, según un estudio reciente.
La cuestión de las reservas no es más que una cortina de humo. Lo que está en juego aquí es la batalla narrativa del siglo XXI. Por un lado, los bancos centrales defienden su monopolio secular. Por el otro, los criptoevangelistas blanden la descentralización como estandarte. ¿Teme realmente el BNS a los «errores»… o a la pérdida de la narrativa financiera?
Prueba de que las cosas están cambiando: el momento. Mientras Trump prepara su cumbre cripto, Suiza endurece el tono. ¿Coincidencia? No estoy seguro. Al rechazar el bitcoin, Schlegel envía un mensaje a los gigantes: «Las monedas soberanas siguen siendo las dueñas.» Sin embargo, la historia da la razón a los inmutables. El oro fue una vez una innovación. El dólar también.
Queda la espinosa cuestión de la liquidez. «Nuestras reservas deben ser movilizables en caso de crisis», insiste Schlegel. Un argumento débil frente a los stablecoins o ETFs de Bitcoin, que transforman el oro digital en un activo fungible en unos pocos clics. ¿Y si la verdadera iliquidez era aquella… de las mentalidades?
El «no» del BNS parece una confesión de impotencia. Impotencia para controlar lo incontrolable. Para domesticar un activo que, por diseño, escapa a los banqueros centrales. Al rechazar el bitcoin, Suiza preserva su orden monetario… pero pierde el tren de una revolución a pesar de la panique que ha alcanzado un umbral crítico.
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Fascinado por bitcoin desde 2017, Evariste no ha dejado de investigar el tema. Si bien su interés inicial era el trading, ahora trata de comprender activamente todos los avances centrados en las criptomonedas. Como editor, se esfuerza por proporcionar constantemente un trabajo de alta calidad que refleje el estado del sector en su conjunto.
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