Bitcoin, el plan B de Donald Trump
Bitcoin es el plan B de Donald Trump si no logra persuadir a los BRICS de cesar su revuelta contra el dólar.
Guerra económica
Donald Trump ha hecho dos anuncios importantes durante su campaña. La amenaza de un arancel punitivo para los países que se distancian del dólar y la creación de una reserva estratégica de bitcoins.
Los republicanos parecen imaginar que los aranceles harán que una industria surja mágicamente. El resultado será más probablemente inflación acompañada de una recesión económica. Sabiendo que Estados Unidos ya tiene graves problemas de inflación.
Además, están masivamente endeudados con el resto del mundo. Esta capacidad de endeudamiento se debe en gran parte a que las naciones de todo el mundo colocan sus excedentes comerciales en la deuda estadounidense. Sin embargo, una restricción del comercio a través de derechos de aduana también limitará la facilidad con la que Estados Unidos logra endeudarse.
Donald Trump está jugando un juego peligroso, pero sus amenazas son el síntoma de un problema muy real: la globalización se ha llevado a cabo a costa de una desindustrialización y enormes desequilibrios comerciales que deberán resolverse.
La apuesta inicial era que lograríamos mantener una ventaja tecnológica. Los ingenieros y científicos occidentales innovarían mientras los trabajadores del resto del mundo fabricarían. Apuesta perdida ya que China ahora gradúa más ingenieros que el resto del mundo combinado.
Es cierto que China importa cada año cientos de miles de millones de microprocesadores y que el CEO de ASML estima tener 15 años de ventaja en el campo. Pero incluso así, la pizarra comienza a picar y la vuelta de la pendencia se acerca rápidamente.
Barter
No podría haber desequilibrios en la época (probablemente mítica) del trueque internacional. Se entregaba vino, se recibía algodón, y viceversa. Sin embargo, un comerciante internacional no siempre encontraba en el extranjero mercancías que pudieran ser objeto de trueque. De ahí la aparición del dinero al mismo tiempo que los desequilibrios comerciales.
En el marco del patrón oro, el país en déficit envía oro a cambio de mercancías. El comercio cesa cuando ya no hay oro, lo que obliga al país deficitario a resolver su déficit comercial, de una forma u otra.
Hoy en día, el sistema monetario internacional está dominado por el dólar, que ofrece a Estados Unidos el privilegio de pagar sus importaciones con lo que no es más que un reconocimiento de deuda. Y esto, reiteramos, porque los países superavitarios aceptan (con un cuchillo en la garganta) colocar sus reservas casi exclusivamente en deuda estadounidense.
Este dinero que regresa al redil sostiene artificialmente al dólar y permite a Estados Unidos importar más de lo que exporta. Es el famoso privilegio exorbitante: poder mostrar un déficit comercial crónico sin que el billete verde se deprecie.
En resumen, gran parte del nivel de vida de los estadounidenses depende de su capacidad para intercambiar bonos del Tesoro (reconocimientos de deuda) por bienes tangibles.
El colapso de los acuerdos de Bretton Woods
El dólar se impuso como la moneda internacional al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos era el acreedor del mundo. ¡Eso ya no es cierto! La deuda pública estadounidense representa casi un tercio de la deuda pública mundial. ¡Esta facilidad para endeudarse se refleja en el déficit comercial y la desindustrialización del país!
Quizás las cosas habrían sido diferentes si los delegados estadounidenses hubieran aceptado la solución de John Maynard Keynes en Bretton Woods (1944). Pero no fue así. En su lugar, se decidió atar el dólar al oro a una tasa fija de 35 $ la onza y convertirlo en la moneda pivote internacional.
Las monedas estaban, por lo tanto, en teoría atadas al oro, pero únicamente a través del dólar. ¿Por qué no comerciar directamente en oro? Porque es un medio de pago infame, a diferencia del bitcoin…
El sistema actual nació del colapso inevitable del patrón oro debido a la tentación de hacer funcionar la imprenta para financiar las importaciones. El déficit comercial de Estados Unidos se convirtió en la regla a partir de la guerra de Vietnam, lo que irritó a Francia, que envió en 1971 un barco de la marina francesa a Nueva York para repatriar oro.
Al darse cuenta de que Estados Unidos no contaba con suficiente oro, Richard Nixon suspendió la convertibilidad del dólar. Su Secretario del Tesoro, John Connely, tuvo esta famosa respuesta ante una delegación europea indignada: «El dólar es nuestra moneda, pero es su problema».
Desde entonces, el dólar se ha convertido en una moneda puramente fiduciaria («fiat»), es decir, una moneda respaldada solo por la credibilidad del Estado que la emite. Europa debería haber abandonado el dólar, pero no fue así, por tres razones:
-El poder económico de Estados Unidos (40 % del PIB mundial en 1965) y la falta de una alternativa creíble.
-El petrodólar. Desde 1975, Washington obliga a las petromonarquías de la OPEP a vender su petróleo exclusivamente en dólares.
Liberada de la constricción del patrón oro, América se ha endeudado sin vergüenza. Pero todas las cosas buenas tienen un final…
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Periodista de Bitcoin, geopolítica, economía y energía.
Las ideas y opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no deben tomarse como consejo de inversión. Haz tu propia investigación antes de tomar cualquier decisión de inversión.